Polonia afianza su giro conservador con la jura de Nawrocki como presidente
La brecha que le separa del primer ministro, Donald Tusk, y su poder de veto alargarán el bloqueo legislativo que lastra al país eslavo
Polonia tenía el corazón político dividido y el pasado 18 de mayo acudió a las urnas para tratar de solucionar el bloqueo al que estaba ... abocado el país eslavo por el enfrentamiento entre el presidente conservador Andrej Duda y el primer ministro europeísta y liberal Donald Tusk. No en vano, el segundo llegó al poder con la promesa de implementar cien reformas progresistas destinadas a modernizar la sociedad y acercar al país a Bruselas, pero el veto presidencial -y la carencia de la supermayoría requerida para saltárselo en el Parlamento- solo le ha permitido aprobar doce.
Desafortunadamente para Tusk, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales los polacos eligieron al conservador y euroescéptico Karol Nawrocki, quien jurará este miércoles su cargo y continuará poniendo palos en las ruedas de Tusk, que, después de haber salido victorioso de la moción de confianza a la que se sometió en el Parlamento, se mantendrá al frente del Ejecutivo hasta 2027.
Esa última votación -con 243 votos a favor de Tusk y 210 en contra-, así como la ligera ventaja con la que salió elegido Nawrocki -50,89% de los votos-, evidencian la gran división de la sociedad polaca en un momento clave marcado por la invasión rusa de Ucrania.
A sus 42 años y sin experiencia previa en la Administración, el político del Partido Ley y Justicia jurará este miércoles el cargo a las 10 de la mañana, a primera tarde será nombrado comandante supremo de las Fuerzas Armadas y ya ha avanzado que no esperará ni un minuto para desplegar su ideario, que se resume en un lema muy 'trumpista': 'Polonia y los polacos primero'. «Empieza una nueva era en nuestra historia», afirmó en un vídeo publicado en X.
Como buen seguidor de su homólogo estadounidense, Donald Trump, Nawrocki promete combatir la inmigración -que considera una amenaza para la identidad y las costumbres polacas- y oponerse firmemente tanto a las cuotas propuestas por la Unión Europea -algo que también rechazan países como Hungría o Eslovaquia- como a reformar la ley del aborto o proporcionar más derechos a la comunidad LGTBI.
Nawrocki rechaza la inmigración, reformar el aborto y dar más derechos al colectivo LGTBI
El nuevo presidente aboga por reducir los impuestos a pesar de que el déficit duplica el límite de la UE
En política fiscal propone rebajar los impuestos -por ejemplo, reducir el IVA y que las parejas con dos hijos o más no paguen IRPF- sin que aparentemente le importe el impacto que eso puede tener en el creciente déficit del país, que duplica ya el límite del 3% establecido por la Unión Europea.
Así que la guerra entre Nawrocki y Tusk ya ha comenzado. De hecho, el primer ministro llevó a cabo el mes pasado cambios en su Ejecutivo para dar entrada a ministros muy combativos con el partido del nuevo presidente, como Waldemar Zurek, ahora titular de la cartera de Justicia, que ya ha comenzado a cesar a jueces afines a Ley y Justicia. Consciente de que Nawrocki llega con el objetivo de debilitar todo lo posible al Gobierno para lograr también su control dentro de dos años, Tusk ha dejado claro que no permitirá que «el presidente sabotee el gobierno».
Un único punto de encuentro
No obstante, el presidente gozará del poder de veto en cuestiones legislativas y ha dejado claro que no titubeará a la hora de usarlo. «Me sé la Constitución de memoria, especialmente las partes que detallan las responsabilidades del presidente y del Gobierno: el presidente es el representante del Estado polaco; el gobierno dirige la política interior y exterior», comentó Tusk con aire desafiante.
Solo hay un punto en el que ambos políticos coinciden: en que Rusia es el enemigo común al que hay que combatir unidos. «Polonia será grande o no existirá», afirmó Nawrocki tras ganar las elecciones parafraseando de nuevo a Trump. Pero, en este caso, Tusk está de acuerdo, ya que ambos concuerdan en señalar la necesidad de que Varsovia tenga la fuerza disuasoria necesaria para que Vladímir Putin no tenga la tentación de cruzar la frontera, como algunos polacos temen. No en vano, el predecesor de Nawrocki ya anunció su intención de elevar al 4,7% del PIB el gasto en Defensa, muy cerca del ideal del 5% establecido por Trump. Supone más que duplicar el porcentaje de 2022, año del inicio de la invasión.
«Polonia espera que el presidente y el primer ministro hablen y cooperen en temas que son importantes para nuestra comunidad nacional. Intentaré hacer de la seguridad un tema unificador para todos los polacos», afirmó Nawrocki en una entrevista con Defence24. «Ambos somos conscientes de que lo mejor para todos en Polonia es que las instituciones estatales, se agraden o no, cooperen en cuestiones clave», coincide Tusk. Hay demasiado en juego.
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