La UE pretende recalibrar su relación con China, a la que ve como «socio y rival»

Bruselas insiste en que la UE «no puede desconectarse de China», pero debe verla como «socio y rival». El documento, elaborado por el Servicio de Acción Exterior, pone especial énfasis en la «competencia» económica entre las dos potencias, que debe servir como base para «recalibrar» la relación con Pekín. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, destacó a su llegada a la capital sueca que la UE «debe olvidarse» de una desconexión total de China. Sí reconoce que «necesitamos una Europa más unida y que actúe con una posición común», por lo que apuesta por «afinar» la postura actual.

El documento presentado por Bruselas no incluye cambios drásticos en su estrategia, aunque deja entrever que el vínculo entre las dos potencias dependerá del papel que juegue China en la invasión rusa de Ucrania. Lo dejó claro Borrell: «No podemos tener una relación normal si Pekín no usa su enorme influencia para mediar en la guerra en Ucrania».

Sobre la mesa están, además, las tensiones en Taiwán y las críticas europeas sobre las vulneraciones de los derechos humanos en el gigante asiático, que han llevado a la imposición de sanciones cruzadas entre ellas. Los países bálticos, como Lituania, fueron este viernes los que defendieron una postura más dura contra el Gobierno de Xi Jinping. «Antes de febrero de 2022 nadie hablaba de desconectarse totalmente de Rusia. Creo que deberíamos contemplar una desconexión de China. No porque queramos, sino porque la situación en Taiwán podría cambiar y deberíamos pensar en esta posibilidad», señaló el ministro de Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis.

Los líderes comunitarios insisten en que la relación comercial también debe revisarse para evitar una «dependencia» europea de China. Actualmente este país es el principal suministrador de componentes fundamentales para el sector de la automoción, como los semiconductores, y determinadas materias primas, como las tierras raras.

Tal y como apuntó el titular de Exteriores letón, Edgar Rinkevics, es evidente que la UE necesita «una política común» en torno a China. La falta de unidad en el bloque hace que existan países más abiertos al comercio con Pekín -como Francia- y otros que apuesten por imponer límites. El ministro rumano, Bogdan Aurescu, se mostró a favor de impulsar la independencia de los sectores estratégicos y tender puentes con Estados Unidos para crear «una resiliencia transatlántica».

Bruselas también pretende eliminar «riesgos» y aumentar la autonomía estratégica del bloque, una vía que defendió este viernes el ministro de Exteriores holandés, Wopke Hoekstra. «Continuaremos relacionándonos con China, pero hay razones para la preocupación. Debemos ser activos y buscar alianzas, pero no debemos ser inocentes», resumió.

La relación comercial entre las dos potencias mueve cerca de 2.700 millones de euros diarios. Con todo, la UE importa desde China tres veces más de lo que exporta, lo que crea una gran desigualdad en esa balanza. Los Veintisiete trabajan ya en varias estrategias para recuperar el equilibrio. Bruselas presentó el año pasado una ley para impulsar la producción de semiconductores en el bloque y, recientemente, ha propuesto otra iniciativa para la extracción de materias primas en Europa. Y en la independencia económica podría hallarse la respuesta para una nueva relación con Pekín. «China está usando sus relaciones económicas como políticas. Si queremos tener éxito debemos actuar unidos», apuntó el estonio Margus Tsahkna.