«El funicular chocó con una fuerza brutal y se aplastó como una caja de cartón»
Los fallecidos en el accidente del Ascensor de La Gloria en Lisboa se elevan a 16, mientras seis heridos graves permanecen en la UCI
Daniel de Lucas
Jueves, 4 de septiembre 2025, 20:33
Portugal ha vivido este jueves un día de luto nacional tras el descarrillamiento del emblemático funicular de La Gloria en Lisboa. La capital lusa «nunca ... había vivido una tragedia así», en palabras de su alcalde, Carlos Moedas. El balance de víctimas se ha elevado hasta los 16 muertos y 23 heridos, seis de ellos ingresados en cuidados intensivos. El Gobierno luso ha revelado la nacionalidad de trece de los fallecidos: cinco portugueses, dos canadienses, dos surcoreanos, un alemán, un ucraniano, un estadounidense y un suizo. Entre ellos se encuentran el conductor del teleférico, cuatro integrantes de la Santa Casa de Misericordia y un árbitro de voleibol. La mayoría de los pasajeros eran turistas y entre quienes sufrieron lesiones hay, además de cuatro portugueses, dos alemanes, dos españoles -que recibieron ayer el alta-, un surcoreano, un caboverdiano, un canadiense, un italiano, un francés, un suizo y un marroquí.
La Justicia portuguesa ha anunciado la apertura de una investigación para esclarecer las causas del accidente, que se produjo el miércoles pasadas las 18.00 en la avenida de la Libertad cuando un vagón amarillo del popular teleférico se salió de la vía en una curva y se estrelló contra un edificio. Una testigo ha declarado a la cadena SIC que había visto la cabina descender «a toda velocidad» y que esta «chocó contra una pared con una fuerza brutal y se aplastó como una caja de cartón».
Posible rotura de un cable
La prensa local apunta a la posible rotura de un cable de seguridad como la razón detrás de lo sucedido mientras crece la controversia por la calidad de los controles de mantenimiento que Carris, la operadora pública, subcontrata a una sociedad externa. El alcalde ordenó el cierre de todos los funiculares y que sean revisados.
Con todo, la documentación oficial acredita que el ascensor de La Gloria fue inspeccionado la mañana del accidente, pocas horas antes del momento del desastre. Según el certificado publicado por el diario 'Observador', la revisión comenzó a las 9.13 y terminó media hora después. Así, los responsables de mantenimiento, de la empresa MNTC, dieron el visto bueno a la infraestructura y concluyeron que «reunía las condiciones para funcionar». Asimismo, en el informe se recoge que el cable, con una vida útil de 600 días, debía ser sustituido dentro de 263.
La ciudad vive en estado de shock. «Usaba mucho este teleférico. No podía creerlo», expresaba entre lágrimas Belmiro Paradinha, de 68 años, en declaraciones al periódico 'Público'. «Estoy profundamente conmovido. Sólo puedo pensar en ese niño que perdió a su padre». «Todos los lisboetas se han subido al menos una vez», confesaba la peluquera Adelaide Alves. «Personalmente no me sentía cómoda, así que no lo cogía muy a menudo. Aunque a veces no tenía elección. La subida a pie es muy impresionante y resbala como la mantequilla», describió.
Gracias a su encanto añejo, los funiculares lisboetas se han convertido en una parada obligada para los 5 millones de visitantes anuales. Pero durante mucho tiempo esta infraestructura era una ayuda frente a las empinadas cuestas para los habitantes de la escarpada capital lusa. «Para los turistas es una atracción, pero para nosotros es un simple medio de transporte», relataba el jubilado José Silva en las inmediaciones del lugar del accidente. «Era la forma más práctica de subir al Barrio Alto. Antes no había tantos turistas».
Restauración inviable
El Ascensor de La Gloria, inaugurado en 1885, está compuesto por dos vagones amarillos cuya imagen es habitual en tiendas de souvenirs. Suben y bajan de forma alternativa para salvar un desnivel de 48 metros en un trayecto de 265 metros, entre la plaza de los Restauradores y el mirador de São Pedro de Alcântara, uno de los más populares entre los visitantes de la ciudad.
El alcalde ha admitido que «el vehículo, tal como está, no es recuperable», por lo que el Ayuntamiento descarta una restauración. La cabina amarilla se convirtió en un amasijo de hierros. Sin embargo, Pedro Bogas se ha comprometido a que la ciudad no pierda uno de su grandes iconos. «No dejaremos de tener el Ascensor de La Gloria en Lisboa. Construiremos un funicular nuevo y con tecnología moderna», aseguró.
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