Connolly se estrena como presidenta de Irlanda con un discurso crítico con el rearme de Europa
La nueva mandataria, que destaca por sus fuertes valores izquierdistas, cosechó el 64% de los votos en las elecciones, una cifra histórica
Alin Blanco
Martes, 11 de noviembre 2025, 18:35
La izquierdista independiente Catherine Connolly se ha convertido en la décima política -y la tercera mujer- en ocupar la presidencia de Irlanda. En la mañana ... del martes ha asumido el puesto que ha conseguido tras una sorprendente y aplastante victoria en las elecciones de octubre. Ya en la primera vuelta de los comicios batió el récord y obtuvo una cifra histórica con 914.143 votos (el 63%).
La nueva presidenta que, según relatan los medios, «habla tan bajito que hay que acercarse para oirla», ha sacudido con fuerza el panorama político irlandés. Hace unos meses era una completa desconocida para la mayoría del electorado y, aunque en el pasado formó parte de la agrupación laborista, lleva veinte años desmarcada del partido. Los expertos consideran que su posicionamiento como 'outsider' ha sido clave en su victoria. Se alzó como alternativa a las siglas tradicionales de las que la ciudadanía ya estaba cansada y reforzó su campaña con mensajes a favor de la igualdad y la defensa de la neutralidad irlandesa para alejarse de lo que ella denomina «militarismo» occidental y complicidad con el genocidio.
Los jóvenes han respaldado con fuerza a Connolly. Una estratégica campaña en redes y el apoyo de artistas e intelectuales han hecho crecer su popularidad, aunque su pilar fundamental ha sido el apoyo de numerosos partidos de izquierda así como el del Sinn Féin, que decidió no presentar un candidato alternativo.
Criada en una familia con catorce hijos, de origen humilde, pero con dos carreras universitarias -ninguna relacionada con el ámbito político-, Connolly ha prometido ser «una presidenta inclusiva para todos» en su discurso de investidura, que ha pronunciado primero en irlandés y luego en inglés. El idioma gaélico ha sido un elemento central en su campaña y ha manifestado su deseo de convertirlo en la lengua oficial de la presidencia. Su firme oposición al rearme de la Unión Europea, así como su posicionamiento en cuanto al conflicto en Gaza también han sido aspectos esenciales de su marca.
«Seré una voz por la paz, una voz que se base en nuestra política de neutralidad, una voz que articule la amenaza existencial que supone el cambio climático y una voz que reconozca el tremendo trabajo que se está realizando a lo largo y ancho del país», ha exclamado en sus primeras palabras como presidenta, que en este país no tiene poder real sobre el primer ministro.
Tenía 9 años cuando murió su madre, y su padre se tuvo que hacer cargo en solitario de 14 hijos
A sus 68 años, Connolly es una figura atípica en la esfera política irlandesa. Estudió Psicología en la Universidad de Leeds, Derecho en la Universidad Nacional de Irlanda en Galway y ejerció ambas profesiones antes de incorporarse a la política local a finales de los años noventa. Fue elegida concejala laborista en 1999 y alcaldesa de Galway en 2004, pero abandonó el partido tras discrepancias internas. Desde entonces ha actuado como independiente. Fue elegida diputada en 2016 y posteriormente vicepresidenta del Dáil Éireann, el Parlamento nacional, cargo que ocupó desde 2020 hasta el año pasado.
Hija de un carpintero y criada en el barrio obrero de Shantalla, perdió a su madre a los 9 años, una experiencia que, según declaraciones a la prensa, marcó su visión sobre la desigualdad y la resiliencia, sobre todo porque su padre tuvo que asumir la crianza en solitario de catorce hijos.
Gobierno de centro-derecha
Casada y madre de dos hijos ya adultos, la psicóloga clínica, abogada y veterana parlamentaria por Galway West ha pasado gran parte de su carrera en los márgenes del sistema, y cuando presentó su candidatura el pasado julio, pocos la consideraban una aspirante viable. Esta postura excéntrica, sin embargo, ha sido su mejor baza. El hartazgo de los irlandeses con los partidos tradicionales posicionó a Connolly como una opción alternativa capaz de dar voz al movimiento de protesta de la izquierda.
Durante los próximos siete años, Irlanda tendrá una jefa de Estado con fuertes valores izquierdistas, pero que ocupa un cargo más bien simbólico, ya que quien realmente lidera el país es la coalición de centro-derecha entre Fine Gael y Fianna Fáil, con ideas relativamente opuestas. La victoria de la socialista es un terremoto que pone en entredicho la autoridad y la confianza de un Gobierno desgastado por la crisis de vivienda y el aumento del coste de la vida, y refuerza la posibilidad de una alianza de izquierda en las próximas elecciones generales, aunque sin implicar un cambio ideológico en el poder. Sus predecesores dieron mayor visibilidad al cargo, pero Connolly seguirá teniendo un papel limitado.
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