Trump sigue con su cruzada contra los medios críticos y los humoristas: «Tal vez deberían quitarles las licencias»
El asesinato de Charlie Kirk ha dado alas al magnate republicano para señalar a aquellos más críticos con sus políticas, saltándose la Primera Enmienda de la Constitución que protege la libertad de expresión
Mercedes Gallego | Helena Rodríguez
Viernes, 19 de septiembre 2025, 08:28
El balazo que segó la vida de Charlie Kirk, el activista de MAGA asesinado por Tyler Robinson la semana pasada, ha terminado convirtiéndose en un ... mazazo para la libertad de expresión en Estados Unidos. Nunca como hasta ahora se había cuestionado allí un derecho protegido por la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana. Eso sí, se hace de una manera peculiar. Por un lado, se promulga un plan, avanzado por la fiscal general Pam Bondi, para instaurar un tipo legar que permita perseguir los «discursos de odio»; por otro se censura a los medios críticos con el Gobierno que lidera Donald Trump, con demandas multimillonarias, listas de periodistas, humoristas y presentadores.
La última víctima, Jimmy Kimmel, se ha quedado sin programa, uno de los más veteranos y vistos de EE UU, por hablar de las reacciones en las filas republicanas, incluido el propio presidente, a la muerte del Kirk. «Hemos tocado nuevos mínimos este fin de semana con la panda MAGA tratando desesperadamente de presentar al chico que asesinó a Charlie Kirk como cualquier cosa menos uno de los suyos, y haciendo todo lo posible por sacar rédito político de ello», dijo en su monólogo. El presentador admite que no fue una frase afortunada y planeaba disculparse esa noche, antes de que fuera abruptamente despedido. El tono irónico con el que trató el duelo del magnate por la desaparición de uno de sus más allegados colaboradores y defensores tampoco gustó. Su salida fue celebrada por Donald Trump, que además señaló a los siguientes en la lista (Jimmy Fallon y Seth Meyers), y que también aprovechó para deslizar con su habitual locuacidad más amenazas.
«Leí en alguna parte que las cadenas estaban en un 97% en mi contra otra vez, un 97% negativas, y aun así gané fácilmente las elecciones. Uno pensaría que tal vez deberían quitarles la licencia. Recuerdo los viejos tiempos en que cada cuatro o cinco años las cadenas volvían a solicitar su licencia, y la licencia era gratuita. Sabe, ellas obtienen esta cosa valiosa gratis, y vuelven a solicitar la licencia, y si hicieron algo mal... bueno, si hicieron algo mal... ya saben que le gané a George Stephanopoulos y tuvieron que pagarme 15 millones (en relación a una demanda contra el presentador). Antes las cadenas tenían que solicitar una extensión de licencia», lanzó ante los medios. En su alocución elogió el trabajo de Brendan Carr, máximo responsable de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) y próximo al mandatario. «Está haciendo un gran trabajo y creo que es un gran patriota».
Carr fue el primero en señalar a Kimmel. Al quite de esa señal, las cadenas conservadoras de emisoras locales como Sinclair Broadcasters y Nexstar, cercanas al presidente Donald Trump y su movimiento de Make America Great Again (MAGA), agradecieron públicamente sus declaraciones y cancelaron la emisión del programa de Kimmel. Ambas cortejan a la FCC para que acelere la desregulación del sector y elimine el tope legal del 39%, que les impide expandirse por encima de ese porcentaje para evitar la concentración de medios. Nexstar busca la aprobación del organismo que preside Carr para la adquisición de Tegna, en una fusión sin precedentes de 6.200 millones de dólares, con la que crearía una empresa que llegaría al 80% de los hogares estadounidenses.
Al final, la ABC, propiedad de Disney, acabó por suprimir el 'late night' de manera fulminante. La cadena ya había cedido antes al chantaje de pagarle 16 millones de dólares para su Biblioteca presidencial, como parte del trato para cerrar una demanda por difamación que pudo haber litigado a más bajo coste en los tribunales. El presidente atacaba al presentador George Stephanopoulos por haber dicho en antena que era culpable de violación en el caso de la periodista Jean Carroll, cuando en realidad solo había sido condenado por abusos sexuales y difamación. Una diferencia técnica en el estado de Nueva York, donde se llevó a cabo el juicio civil.
La cancelación del espacio, que se produce un mes después de que se confirmase que el programa de Stephen Colbert, otro gran crítico con las políticas republicanas, no se emitirá a partir de junio, ha desatado un auténtico terremoto en Estados Unidos. «Eso es lo que pasa cuando se cede a una extorsión, el que se ha salido con la suya vuelve a por más», observó este miércoles Jeffrey Toobin, analista legal de CNN.
El expresidente Barack Obama ha lanzado un completo hilo en X en el que lamenta la suspension del programa y alerta de los peligros de saltarse el principio de la libertad de expresión. Señala además las contradicciones de un gobierno que ataca la cultura de la cancelación cada vez que puede. «Después de años de quejarse de la cultura de la cancelación, la administración actual la ha llevado a un nuevo y peligroso nivel al amenazar rutinariamente con medidas regulatorias contra las empresas de medios a menos que amordacen o despidan a los periodistas y comentaristas que no le agradan».
This commentary offers a clear, powerful statement of why freedom of speech is at the heart of democracy and must be defended, whether the speaker is Charlie Kirk or Jimmy Kimmel, MAGA supporters or MAGA opponents.
— Barack Obama (@BarackObama) September 19, 2025
Apoyo de sus colegas
Los compañeros y competidores de Kimmel no perdieron la oportunidad de apoyar y ser aún más críticos si cabe con la Administración Trump. Hasta Jon Stewart, (The Daily Show), que solo presenta el espacio los lunes, rompió anoche esa tónica y se presentó en el plató para apoyar a su compañero y amigo en un programa «patrioticamente obediente». Pero no se cortó: «La Primera Enmienda ahora está determinada por la amabilidad con el Presidente». Colbert, Jimmy Fallon (siguente en la lista de objetivos de Trump), también fueron ácidos y reivindicativos ante lo que consideran un ataque contra la libertad de expresión.
El mundo del cine, la televisión y la cultura cerró filas para denunciar el nuevo ataque sin precedentes a la libertad de expresión en EE UU. «Estoy horrorizada», escribió en Instagram la actriz de Hacks, Jean Smart, ganadora de seis Emmy y dos Globos de Oro. «¿Qué le está pasando a nuestro país?». La actriz Sophia Bush denunció sin cortapisas que «la Primera Enmienda ya no existe en Estados Unidos. El fascismo está aquí y es aterrador», publicó, mientras que Kathy Griffin instó a la audiencia a «ser consumidores ideológicos» y a golpear donde más duele: en el bolsillo de las corporaciones. «El dinero es lo único que les importa», denunció.
Christie Brinkley apeló al valor cultural de la comedia, asegurando que «la risa que nos dan es tan vital como el aire que respiramos», por lo que pidió proteger a voces como Kimmel, «que es lo mismo que proteger la democracia en sí». Rosie O'Donnell, también en la diana de Trump, lo calificó de «inaceptable», publicó en Instagram. «Están rindiéndose ante el monstruo naranja. EEUU ya no existe». Trump la ha amenazado públicamente con retirarle la ciudadanía estadounidense, pese a que la presentadora nació en EE UU. Wanda Sykes, que debía participar esa noche como invitada de Kimmel, grabó un vídeo en el que acusó a ABC de haber cedido a presiones de la Casa Blanca y pidió a los fans que «recen, porque esto va más allá de Jimmy». También SAG-AFTRA, sindicato de productores, ha condenando públicamente la decisión de suspender el programa. «La democracia prospera cuando se expresan diversos puntos de vista.
Desde el mundo de la comedia, Marc Maron tachó la decisión de «censura gubernamental» y alertó de que, si pueden hacerlo con Kimmel, «pueden hacerlo con cualquiera». Mike Birbiglia, otro referente del stand-up estadounidense, fue tajante: «Si eres cómico y no denuncias la locura de relevar a Kimmel, no vuelvas a hablar de libertad de expresión».
El gremio ve en su caída un precedente peligroso que amenaza la sátira política televisiva, uno de los últimos reductos de crítica abierta al poder. «Cuando se apaga una voz así, se apagan todas un poco», escribió Maron. Los analistas ven incluso la posible desaparición de las actuales cadenas de televisión, que si no pasan a las redes siempre dependerán de la FCC y estarán, para siempre, en manos del gobierno.
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