¿El principio del final?
Por primera vez desde la victoria de Donald Trump hace un año los republicanos sienten que la reencarnación del magnate neoyorquino pierde fuelle. Las encuestas ... de popularidad del presidente son cada vez peores y muestran solo un 38% de apoyos. Las citas electorales recientes en cinco Estados han dado victorias contundentes a los demócratas. Si las elecciones legislativas de otoño de 2026 se adelantasen un año las ganarían de calle.
El elevado coste de la vida, la misma razón que hizo perder a Kamala Harris, hace que muchos ciudadanos sean críticos con la política económica de Trump. Esta se centra en destinar todos los recursos posibles -dinero, energía, eliminación de cualquier obstáculo- al desarrollo de la Inteligencia Artificial para ganar la carrera a China. Pero entre los jóvenes estadounidenses aumenta el miedo a que la revolución tecnológica en marcha elimine sus empleos. Además, las divisiones internas empiezan a ser muy relevantes entre las filas republicanas, con el movimiento MAGA escindido por el caso de los papeles de Epstein. Al final Trump ha decidido desclasificar estos documentos, en un intento a la desesperada de poner el foco en los otros contactos de este oscuro personaje.
No obstante, el trumpismo es resistente y tiene muchos medios para pelear. Las arcas del partido están repletas. El presidente es muy eficaz haciendo campaña por sus acólitos. Asimismo, la apuesta económica de Trump puede salir bien a corto plazo. El cierre de la economía a través del proteccionismo comercial y las barreras a la entrada de talento en el país tiene un coste, cada vez más visible. Pero puede ser contrapesado por la liberalización de la energía, la tecnología y las finanzas, las bajadas de impuestos a las rentas más altas, la movilización de cantidades ingentes para invertir en Inteligencia Artificial y el aumento de la inversión extranjera por las presiones políticas ejercidas sobre los países aliados.
Los demócratas fueron muy responsables del triunfo de Trump el pasado otoño y todavía no han entendido por qué perdieron. Carecen de una estrategia y un liderazgo claro, más allá de reclamar que ellos no son como el presidente más caótico que se recuerda. La distancia entre el nuevo alcalde de Nueva York, el socialista Zorhan Mamdani, y algunos gobernadores demócratas centristas es enorme. Les une una cierta arrogancia y el saberse más educados y con mayores conocimientos que sus rivales republicanos. Pero buena parte de la población, los mismos que empiezan a impacientarse con Trump, piensan que los demócratas viven en un planeta muy lejano y que no son capaces de sentir empatía hacia ellos.
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