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El presidente estadounidense Joe Biden dice que Al-Zawahiri, quien reemplazó a Bin Laden como líder de Al Qaeda, murió en un ataque con drones en Afganistán el pasado fin de semana. Reuters
Al-Zawahiri, el cirujano que convirtió Al-Qaida en una fábrica del terror global

Al-Zawahiri, el cirujano que convirtió Al-Qaida en una fábrica del terror global

Mano derecha de Osama bin Laden y luego su sucesor, Al-Zawahiri desarrolló una red terrorista internacional bajo su obsesión por atentar contra EE UU y sus aliados

t. nieva

Martes, 2 de agosto 2022, 10:25

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Las puertas de la yihad se abrieron para Ayman al-Zawahiri cuando era un joven médico en un barrio marginal de El Cairo y un cliente le propuso una oferta tentadora: la oportunidad de ayudar a los combatientes islámicos que luchaban contra las fuerzas soviéticas en Afganistán.

En 1980, Al-Zawahiri se embarcó en una vida que a lo largo de tres décadas le llevaría a liderar el grupo terrorista más temido del mundo, Al-Qaida, tras la muerte de Osama bin Laden.

Ya como un militante experimentado que había estado buscando el derrocamiento del régimen «infiel» de Egipto desde los 15 años, Al-Zawahiri pasó unas pocas semanas en la zona de guerra afgana, el tiempo suficiente para abrirle los ojos a nuevas posibilidades. Lo que vio fue «el curso de formación que preparaba a los jóvenes musulmanes muyahidines para luchar contra el gran poder que gobernaba el mundo: Estados Unidos», escribió en una biografía convertida en manifiesto de 2001. Y eso se convirtió en su misión.

Al-Zawahiri fue el impulsor del movimiento yihadista en Estados Unidos. Bajo su liderazgo, la red terrorista Al-Qaida llevó a cabo el ataque más mortífero en suelo estadounidense, los ataques suicidas del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas.

De derecha a izquierda, Al-Zawahiri, Bin Laden y Muhammad Atef. afp

Los ataques convirtieron a Bin Laden en el enemigo mas peligroso del mundo, aunque probablemente nunca podría haberlos llevado a cabo sin la ayuda de Al-Zawahiri.

A partir de ahí, el yihadista extendería su lucha por todo Oriente Próximo. En los ochenta, entre Pakistán y Afganistán, luchando contra los soviéticos, conoció a un saudí carismático, rigorista y, como él, de familia rica. Se trataba de Osama Bin Laden. De esa unión nacería una incipiente Al-Qaida: la primera organización yihadista global.

Mientras que Bin Laden procedía de una familia saudí muy influyente, su lugarteniente tenía la experiencia cosechada desde su juventud. Bin Laden proporcionó a Al-Qaida el carisma y el dinero, pero Al-Zawahiri aportó las habilidades tácticas y organizativas necesarias para convertir a los miembros de la banda en una red internacional de terroristas infiltrados en países de todo el mundo. «Bin Laden siempre lo admiró», dice el experto en terrorismo Bruce Hoffman de la Universidad de Georgetown. Los dos se conocieron durante la invasión rusa de Afganistán en los años 80.

En 2001 Estados Unidos atacó el refugio de Al-Qaida en este país, pero Al-Zawahiri logro salir con vida. Escapó a la región fronteriza con Pakistán y organizó a las milicias. También se convirtió en la cara pública del movimiento. Se encargó de enviar a los suyos, y al mundo entero, un flujo constante de mensajes grabados mientras Bin Laden se mantenía escondido y oculto a los servicios de Inteligencia internacionales.

Con su espesa barba y anteojos de montura gruesa, el jefe de las milicias se convirtió en un líder pedante y arrogante, sobre cuyas decisiones no cabía discusión alguna. Varios altos mandos de Al-Qaida empezaron a cuestionarle, ya que pensaban que era demasiado controlador, reservado y divisivo, en contraste con Bin Laden.

Sin embargo, bajo su mandato la organización creció hasta transformase en una red de terrorismo global. Ya no solo planificaba atentados en distintos países desde su cuartel general, sino que en la década posterior a la del 11-S, Al-Qaida se infiltró en decenas de naciones, sobre todo las más inestables, creó multitud de células y guerrillas y participó directamente en ataques en todo el Medio Oriente, el norte de África, Asia y Europa, incluidos los atentados de 2004 en Madrid y de 2005 en Londres.

Ayman al-Zawahiri elogiaó a una mujer musulmana que desafió la prohibición de usar hiyab. ap

Cuando Bin Laden fue asesinado en mayo de 2011 en Pakistán, Al-Qaida proclamó a Al-Zawahiri como su nuevo líder. La guerra contra Estados Unidos «no se detiene con la muerte de un comandante», dijo el nuevo cabecilla tres meses después de la muerte de Bin Laden.

Los levantamientos de la Primavera Árabe de 2011 amenazaron con dar un duro golpe a Al-Qaida, demostrando que la yihad no era la única forma de deshacerse de los autócratas árabes. Pero Al-Zawahiri intentó controlarlos influyendo en la población sublevada.

El líder fallecido nació el 19 de junio de 1951 en el seno de una familia de médicos y académicos de clase media-alta en El Cairo. Su padre daba clases de Farmacología y su abuelo, Rabia Al-Zawahiri, fue el gran imán de la Universidad Al-Azhar, un importante centro de estudios religiosos. Desde una edad temprana, Al-Zawahiri comenzó a leer los escritos radicales de Sayyid Qutb, el islamista egipcio que enseñó que los regímenes árabes eran «infieles» y debían ser reemplazados por un gobierno islámico.

En la década de 1970, cuando obtuvo su título de médico cirujano, participó activamente en círculos militantes, fusionando su propia célula militante con otras para formar el grupo Jihad Islámica Egipcia.

Imagen sin fecha de Al-Zawahiri, probablemente tras acabar sus estudios universitarios en El Cairo. Epa

Después del asesinato del presidente egipcio Anwar Sadat en 1981 por miembros de la propia banda, fue arrestado junto a otros cientos de militantes y estuvo tres años en prisión. Durante su encarcelamiento, según los informes, sufrió graves torturas, lo cual contribuyó a que se volviera más violento y radical.

Después de su liberación en 1984, Al-Zawahiri regresó a Afganistán, donde volvió junto a Bin Laden y le siguió hasta su nueva base en Sudán. Allí lideró al Jihad Islámico en una violenta serie de bombardeos destinados a derrocar al Gobierno de Egipto, aliado de Estados Unidos en aquel entonces. Un intento fallido de asesinar al presidente Hosni Mubarak en 1995 aplastó el movimiento yihadista en Egipto, y Al-Zawahiri se convirtió en miembro de Al-Qaida. No obstante, siguió utilizando las tácticas que empleaba en su antigua organización para realizar sus ataques.

Promovió atentados suicidas, que más tarde se convertirían en el sello distintivo de Al-Qaeda, incluidos los devastadores ataques con explosivos de 1998 contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania. En estas acciones murieron más de 200 personas.

En 1996, Sudán expulsó a Bin Laden, quien junto a Al-Zawahiri, llevó a sus combatientes de regreso a Afganistán, donde encontraron refugio bajo el régimen de los talibanes.

El sucesor de Bin Laden en una retransmisión en directo en 2016. reuters

Dos años más tarde, su vínculo se selló cuando Bin Laden, Al-Zawahiri y otros líderes militantes emitieron la 'declaración de Yihad' contra judíos y cruzados. En el mensaje declaraban que Estados Unidos era el principal enemigo del Islam e instaban a los musulmanes a cumplir su deber religioso de «matar a los estadounidenses y sus aliados».

Poco después de la alianza musulmana, se produjeron los atentados contra las embajadas estadounidenses en África, seguido por el ataque suicida contra el destructor 'USS Cole', anclado frente a Yemen en 2000. Se cree que Al-Zawahiri ayudó a organizar esta acción. La CIA estuvo a punto de capturarle en 2003 y de abatirle un año más tarde. En 2009, los servicios de Inteligencia también le dieron por muerto.

Sin embargo, después del regreso de los talibanes al poder en Afganistán el año pasado, las agencias constararon que miembros de Al-Qaida, incluido Al-Zawahiri, aparentemente enfermo, se habían instalado en la capital de Kabul. Coincidió con varios mensajes del líder afirmando que la organización era ahora «más efectiva» que nunca. En parte, era la respuesta a un progresivo debilitamiento ocasionado por diferentes factores, como el duro revés sufrido por la sección de Al-Qaida en Arabia Saudita en 2006 o los brutales ataques promovidos por la banda contra los chiítas iraquíes y que el propio Al-Zawahiri llamó a detener porque perjudicaban la imagen del grupo entre los musulmanes. Con su obsesión por atentar contra Estados Unidos y sus aliados, Al-Zawahiri solo llegó a cosechar en realidad la fidelidad de los simpatizantes más radicales.

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