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La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, sostiene una bandera taiwanesa mientras ondea durante las celebraciones del Día Nacional de Taiwán frente al Palacio Presidencial en Taipei.
Taiwán celebra su día nacional prometiendo resistencia ante la creciente amenaza de China

Taiwán celebra su día nacional prometiendo resistencia ante la creciente amenaza de China

Frente a la expansión del autoritarismo en el mundo, la presidenta Tsai Ing-wen alerta de que la invasión de esta isla reclamada por Pekín sería una derrota de las democracias

pablo m. díez

CORRESPONSAL. PEKÍN

Lunes, 10 de octubre 2022, 09:11

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Resistencia. O, como dicen ahora, resiliencia. Ésa ha sido la palabra más repetida este lunes en el discurso de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, por la celebración de su Día Nacional. En realidad, lo que se festeja este 10 de octubre, o 'Doble Diez', es el 111.º aniversario del Levantamiento de Wuchang, en Wuhan, que acabó con el imperio Qing y trajo la primera República de China.

Pero dicho Estado quedó reducido al pequeño territorio insular de Taiwán cuando su Gobierno del Kuomintang (KMT), dirigido por el Generalísimo Chiang Kai-shek, huyó de China continental tras perder la guerra civil contra el revolucionario comunista Mao Zedong en 1949. Poco después, este fundaba el 1 de octubre de ese año la República Popular China, que desde entonces reclama la soberanía sobre Taiwán.

Tras décadas de reivindicación, que incluso vieron enfrentamientos bélicos e intentos de invasión, la creciente tensión entre ambas partes estalló el pasado verano, cuando Pekín cercó la isla con sus mayores maniobras militares después de la controvertida visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi. Con ese peligroso bloqueo, que sería el paso previo a una hipotética invasión china, y la guerra de Ucrania como telón de fondo, Taiwán ha celebrado su Día Nacional haciendo alarde de su soberanía y su sistema democrático.

«Rusia continúa su guerra contra Ucrania y las actividades militares de Pekín en el mar del Sur de China, el mar del Este y el estrecho de Formosa socavan la estabilidad y la paz en la región del Indopacífico. No podemos ignorar de ningún modo los desafíos que esta expansión militar supone para el orden del mundo democrático y libre», alertó la presidenta Tsai en su discurso.

Ante los asistentes al desfile por el Día Nacional, pertrechados todos con mascarillas por los protocolos del covid aún vigentes en Asia, la presidenta taiwanesa criticó las cada vez más frecuentes provocaciones de China. «Es lamentable que, durante los últimos años, la escalada de las autoridades de Pekín en su intimidación militar y presión diplomática ha intentado borrar la soberanía de la República de China-Taiwán, amenazando al statu quo de la paz y la estabilidad en el Estrecho y en la región.

73 años

Durante los últimos 73 años, la gente de Taiwán ha vivido junta en esta isla y ha formado un fuerte sentido propio de su identidad y pertenencia. El más amplio consenso entre la gente de Taiwán y sus partidos políticos es que debemos defender nuestra soberanía nacional y nuestro modo de vida libre y democrático. En este punto, no hay espacio para el compromiso», proclamó ante los aplausos de la multitud.

Con tal declaración de intenciones, Tsai rechaza de plano la oferta china de reunificación bajo la fórmula de 'Un país, dos sistemas', que se ha demostrado una falacia en Hong Kong, y, de paso, la reciente sugerencia del multimillonario Elon Musk de integrarse en China como una «zona administrativa especial», que tanta polémica está causando.

Desafiando a las nubes que cubrían el cielo de Taipéi, los taiwaneses han celebrado este Día Nacional con un desfile donde ha predominado el ambiente festivo, pero en el que el Ejército también ha lucido sus mejores galas, sus cazas y sus helicópteros frente a la amenaza de Pekín. Aunque Taiwán solo es reconocido por una decena de Estados y su lugar en la ONU fue ocupado por China en 1971, es un Estado independiente «de facto» con su propio Gobierno democrático, su moneda, su Ejército, sus fronteras y su pasaporte.

Tras ganarse a pulso el éxito de su transición democrática después de cuatro décadas de dictadura del partido Koumintang (KMT), lo último que quiere la mayoría de sus 23 millones de habitantes es volver a un régimen autoritario como el chino. Así se vio en las elecciones presidenciales de 2020, en las que Tsai Ing-wen fue reelegida por abrumadora mayoría y se benefició del aplastamiento de las protestas de Hong Kong reclamando democracia.

«Las diferencias entre ambos lados del Estrecho parten de factores históricos y de experiencias distintas en el desarrollo democrático. Las autoridades de Pekín no deberían hacer ningún juicio erróneo a cuenta del vigoroso sistema democrático taiwanés. No se equivoquen pensando que hay espacio para el compromiso de la gente de Taiwán con la democracia y la libertad», avisó la presidenta.

Reanudación gradual de relaciones

Aunque tendió la mano a Pekín confiando en «la reanudación gradual de las relaciones» y reconoció que «la confrontación no es buena para ninguna parte», dejó claro que el acercamiento solo será posible «respetando el compromiso de los taiwaneses con nuestra soberanía, democracia y libertad» y «siempre y cuando haya racionalidad, igualdad y respeto mutuo (…) para encontrar un nuevo acuerdo con el que mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán».

A la vista de lo difícil que eso resulta, Tsai abogó por reforzar la defensa de Taiwán con «nuevos misiles de precisión, barcos, armas móviles para una guerra asimétrica» y ampliando la formación militar a los reservistas y al resto de la población civil. A su juicio, en juego no solo está el futuro de la isla, sino también del mundo libre y democrático.

«Un Taiwán más seguro significa una región más próspera y pacífica en el mundo», declaró Tsai, quien recordó la importancia de la isla para la economía mundial por su hegemonía en la industria de los microchips. «La concentración del sector de los semiconductores en Taiwán no es un riesgo, sino una clave de la reorganización de la industria», intentó calmar los miedos de Occidente a un hipotético control por parte de China en caso de invasión. Para que eso no ocurra, prometió «garantizar la seguridad de nuestras infraestructuras» e «integrarnos más en la comunidad internacional aumentando nuestra cooperación en la región del Indopacífico y el este y centro de Europa».

En su alocución, Tsai se congratuló de que «a medida que la expansión del autoritarismo está amenazando el orden global, amigos de todo el mundo han acudido a Taiwán para expresarnos su más cálido apoyo. De hecho, Taiwán está recibiendo ahora más atención que nunca. La República de China-Taiwán se ha convertido en un importante símbolo global de la democracia y la libertad. La comunidad internacional sabe que apoyar a Taiwán es apoyar la estabilidad regional y los valores democráticos».

Por ese motivo, alertó de que «la destrucción de la libertad y democracia de Taiwán sería una grave derrota de las democracias mundiales». Enarbolando el motivo principal de su discurso, la presidenta Tsai proclamó que «la prioridad nacional más importante es hacer de Taiwán un país más resistente».

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