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Ferdinand Bongbong, en un colegio electoral. EFE
Filipinas devuelve al poder a la familia del dictador Marcos

Filipinas devuelve al poder a la familia del dictador Marcos

Bongbong, hijo del expresidente, habría obtenido una victoria arrolladora con el doble de votos que su rival, la exvicepresidenta Robredo

Pablo M. Díez

Enviado especial. Manila

Lunes, 9 de mayo 2022, 20:35

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A medianoche, antes incluso de que se anunciaran los resultados oficiales, tracas aisladas de fuegos artificiales ya empezaron a estallar sobre el cielo de Manila. Tal y como vaticinaban las encuestas, pero muchos se resistían a creer, el hijo del dictador Ferdinand Marcos, que tiene el mismo nombre y es conocido como Bongbong, se perfila ganador indiscutible de las elecciones de Filipinas de ayer.

A tenor de los resultados parciales y no oficiales que ofrecía a medianoche -hora filipina- el Servidor de Transparencia de la Comisión Electoral, que representaban ya el 81,8% del escrutinio, Marcos doblaba en apoyos a su más directa rival, la vicepresidenta Leni Robredo. Por sus 12,5 millones de votos, Bongbong llevaba 26,3 millones, lo que hacía imposible la remontada de Robredo a esa altura del recuento. De los 67,4 millones de electores registrados, Marcos puede obtener casi la mitad de votos tras una jornada de altísima participación.

Desde que los colegios electorales abrieron a las seis de la mañana hasta que cerraron a las siete de la tarde ante sus puertas se formaron larguísimas colas. Resistiendo al intenso calor, la multitud se abanicaba con estoicismo oriental mientras esperaba su turno. A la afluencia de público se sumaba la complejidad de la papeleta-sábana de Filipinas, que incluye no solo a los diez candidatos presidenciales, sino a una larga lista de senadores, congresistas, gobernadores y alcaldes. En total, eran elegidos hasta 18.000 cargos públicos.

«Voy a votar por el presidente BBM, Bongbong Marcos. ¿Por qué? Porque he visto la era de Corazón Aquino», explicaba Pia Tan, ama de casa de 42 años refiriéndose a la viuda del asesinado líder opositor Benigno Aquino y primera presidenta democrática de Filipinas tras el derrocamiento del dictador. Como reacción contra su Gobierno y el de su hijo Noynoy, apostaba por darle «una oportunidad al siguiente Marcos, porque lo que le haya enseñado su padre traerá seguro algo mejor». Reticente a hablar de la dictadura, contaba que «mi padre y mi madre vivieron esa época y dicen que fue muy buena por la disciplina de la gente. La mayoría de mis familiares tuvieron una vida buena durante la Ley Marcial. Puede que algunos la critiquen porque tienen algo malo detrás».

Cleptocracia familiar

Ni siquiera la cleptocracia de los Marcos, estimada entre 4.727 y 9.455 millones de euros, disuade a sus partidarios. «¿Seguro que fue así? ¿Estábamos allí para verlo? Si realmente se llevaron el dinero, ¿crees que tendrían agallas de volver a Filipinas y llegar a ser gobernadores, como Bongbong en Ilocos Norte después de su regreso?», cuestionaba Pia Tan, como viene haciendo en las redes sociales la campaña de Marcos, acusada de desinformar y reescribir el pasado.

Fuera de Filipinas, pocos entienden el éxito del hijo del dictador, depuesto en 1986 por la Revolución del Poder Popular. «En realidad, nosotros tampoco lo comprendemos del todo. Hay gente que ha luchado para que tengamos libertad y nos libremos de la dictadura de su padre y ahora llega un momento en que su hijo se presenta a las elecciones y algunos de los filipinos lo apoyan», se extrañaba Nicole Miranda, joven empleada de una multinacional europea. Para ella, la única explicación posible es que los seguidores de Marcos «reciben información falsa, pero eso es lo que creen y lo único que podemos hacer es oponernos».

Mientras Robredo tiene el apoyo de la clase media urbana, los universitarios y los empresarios, las masas pobres y rurales apoyan a Bongbong Marcos y su vicepresidenta, Sara Duterte, hija del actual presidente, muy popular por su sangrienta guerra sucia contra las drogas. Una mano dura que, debido a la alta criminalidad, apoyan muchos filipinos, pero que se traslada incluso al ámbito del matonismo político.

Así lo ha sufrido Andy Dugay, voluntario de Leni Robredo, haciendo campaña en la provincia de Ilocos Norte, bastión de los Marcos. «Es realmente muy duro trabajar por otro partido aquí. Vamos casa por casa y nos encontramos con acosos. A veces hay coches alrededor de nosotros, siguiendo al equipo», denunciaba el pasado fin de semana tras repartir sus folletos por Paoay.

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