China acusa a Japón de «retomar el expansionismo militar» y convoca a su embajador en Pekín
El régimen incrementa la presión después de que Takaichi asegurara que una hipotética invasión de Taiwán podría «amenazar la supervivencia» nipona y legitimar una movilización de su ejército
Jaime Santirso
Pekín
Viernes, 14 de noviembre 2025, 09:42
La aparente cordialidad entre Xi Jinping y Sanae Takaichi se sustentaba en primar la cortesía sobre los principios. Así, esta ha durado lo que la ... nueva primera ministra nipona ha tardado en abrir la boca. Durante una sesión parlamentaria celebrada el 7 de noviembre, Takaichi señaló que una hipotética invasión china de Taiwán podría ser considerada una «situación que amenaza la supervivencia de Japón». Este término legal, establecido en 2015, permitiría la movilización de las Fuerzas de Autodefensa, el peculiar ejército japonés, limitado en su operatividad por la Constitución pacifista impuesta por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial.
Sus palabras despertaron la ira de China, la cual al cabo de una semana sigue aumentando. «El intento de la líder de Japón de inmiscuirse en los asuntos entre ambas orillas del Estrecho constituye una grave afrenta a la Justicia internacional, una provocación flagrante al orden posterior a la Segunda Guerra Mundial y un duro golpe para las relaciones entre China y Japón. Si Japón se atreviera a entrometerse […], sería un acto de agresión y sin duda recibiría una firme respuesta de China», amenazaba este jueves el portavoz del ministerio de Exteriores, Lin Jian, durante la rueda de prensa diaria del organismo. China considera a la isla, democracia independiente de facto, un territorio rebelde al que nunca ha renunciado a someter por la fuerza.
«Nuestro mensaje para Japón es claro: debe arrepentirse plenamente de sus crímenes de guerra, detener de inmediato sus declaraciones y acciones erróneas y provocadoras que interfieren en los asuntos internos de China, y dejar de jugar con fuego en la cuestión de Taiwán. ¡Quienes juegan con fuego perecerán por él!», continuaba, pretendidamente intimidatorio, el representante gubernamental.
Reacción agresiva
La reacción inicial de la diplomacia del gigante asiático resultó aún más agresiva. El cónsul general de China en Osaka, Xue Jian, respondió a las declaraciones de Takaichi con una publicación en redes sociales que decía: «El sucio cuello que sobresale debe ser cortado». El secretario jefe del gabinete nipón, Minoru Kihara, calificó estas palabras de «extremadamente inapropiadas» y anunció que su Gobierno había presentado una queja a través de canales diplomáticos.
En respuesta, el viceministro de Exteriores chino, Sun Weidong, convocó a una reunión extraordinaria al embajador japonés en Pekín, Kenji Kanasugi. Este viernes, la ofensiva china ha continuado con una oleada de artículos en medios oficiales, entre ellos un editorial del 'Diario del Pueblo', el principal rotativo del país, que acusa a Tokio de «retomar la senda del expansionismo militar» y «repetir errores históricos».
Los lazos entre ambos países están marcados por la brutal ocupación nipona de China durante la Segunda Guerra Mundial. La vigencia de este episodio histórico resulta aún más punzante este año, en el que se conmemora el 80º aniversario de la rendición del Japón imperial que puso fin al conflicto en Asia. A principios de septiembre el régimen de Pekín festejó la efeméride con un fastuoso desfile militar presidido desde la puerta de Tiananmen por Xi Jinping. El líder chino compareció flanqueado por el ruso Vladímir Putin y el norcoreano Kim Jong-un como invitados de honor, en la escenificación de un frente contra Occidente que tiene a Tokio por primera frontera.
«Nuestro mensaje para Japón es claro: debe arrepentirse plenamente de sus crímenes de guerra, detener de inmediato sus declaraciones y acciones erróneas y provocadoras»
Lin Jian
Portavoz del Ministerio de Exteriores chino
Ante este contexto, la llegada al poder de Takaichi a finales del pasado mes de octubre parecía encaminada a reavivar el conflicto latente. La primera mujer en ocupar la jefatura del Gobierno nipón procede del ala más conservadora del conservador Partido Liberal Democrático (PLD) y mantiene un discurso de marcado tono nacionalista, como demuestran sus recurrentes visitas al templo sintoísta de Yasukuni, que honra la memoria de varios criminales de guerra entre muchos otros soldados japoneses, un problemático lugar que la mayoría de sus compañeros de filas acostumbra a evitar y que provoca la indignación de China y Corea del Sur.
Una de sus primeras instrucciones tras acceder al cargo consistió en acelerar el gasto en defensa para mejorar las capacidades militares del país. En abril de este año, además, visitó Taipéi, donde mantuvo un encuentro con el presidente taiwanés, William Lai Ching-te, ante quien proclamó la necesidad de formar una «alianza cuasimilitar» con otros países democráticos de la región. El desafecto, por tanto, se daba por descontado, como demuestra el hecho de que la felicitación protocolaria china llegara con una semana de retraso y por boca del primer ministro, Li Qiang, en lugar de Xi.
Cortesía y castigo
Sin embargo, el líder chino aceptó reunirse con ella con motivo de su participación mutua en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) celebrado en la ciudad surcoreana de Gyeongju hace dos semanas. El saludo entre Xi y Takaichi resultó, como cabía esperar, frío, aunque ambos mantuvieron en sus respectivas intervenciones un tono protocolario, conciliador incluso. Los reproches, no obstante, empezaron nada más abandonar la sala, motivados por la reunión de la líder japonesa con el representante de Taiwán en la cita, el antiguo viceprimer ministro Lin Hsin-i.
Queda por ver las consecuencias prácticas del desencuentro, más allá de la retórica. «A diferencia de la crisis por las islas Senkaku, Diaoyu en chino, a comienzos de la década de 2010, Japón no tiene una reclamación territorial directa sobre Taiwán, por lo que el riesgo de una escalada es menor», augura Marcel Thieliant, responsable de Asia-Pacífico en Capital Economics.
«La opción de menor coste para China sería alentar a los turistas chinos a viajar a otros destinos. Sin embargo, el impacto en la economía japonesa también sería modesto. Durante el conflicto por las islas Senkaku, el número de turistas chinos que visitaban Japón cayó aproximadamente una cuarta parte, y una caída de tamaño similar ahora restaría no más de un 0,1% del PIB japonés», añade el experto.
«Una medida más perjudicial sería restringir las exportaciones de tierras raras, tal como hizo China en 2010. Aunque eso llevó a Japón a reducir su dependencia de las tierras raras chinas, China sigue suministrando el 60 % de las importaciones japonesas de estos minerales». Estos materiales críticos para la industria global y cuya producción el gigante asiático monopoliza, se han convertido en su principal baza en la guerra comercial contra Estados Unidos y podría ahora volverse contra Japón, una nueva arma para un conflicto antiguo.
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