'Los soles', el cártel venezolano que dirige el narcotráfico sin mancharse las manos
EE UU investiga desde los años 80 al clan que ahora califica como terrorista y que está incrustado en el ejército y las instituciones chavistas
El Departamento de Justicia estadounidense vinculó a Nicolás Maduro con el narcotráfico en 2020. Lo hizo a través de una acusación de conspiración con milicias ... colombianas para inundar EE UU de cocaína. Además del líder chavista, la Fiscalía imputó a otras catorce personas. Entre ellas sobresalían el exjefe del espionaje militar Hugo Carvajal y un antiguo general, Clíver Alcalá, que purgan condena en Estados Unidos tras declararse culpables. Pero también figuraban otros «cómplices» que forman parte del núcleo duro del actual gabinete venezolano: el ministro del Interior, Diosdado Cabello, y su homólogo en Defensa, Vladimir Padrino López.
Esta acusación cobra ahora una importancia clave después de la designación del Cártel de los Soles como organización terrorista. Primero, porque supuestamente acredita la existencia de una red criminal de amplio espectro que pone en contacto a altos cargos venezolanos, mandos del ejército, guerrilleros y productores de droga. Segundo, porque la Casa Blanca atribuye su liderazgo a Maduro al situarlo en la cúspide de una Administración viciada por las coímas. Él lo niega y durante estos últimos cinco años no ha habido consecuencias. Pero con una gran escuadra aeronaval a las puertas del país y Donald Trump empeñado en atacar las «redes del narcotráfico» que «infligen dolor a los estadounidenses», la perspectiva es otra.
El radar de Washington rastrea a este clan desde hace mucho tiempo. Sus fiscales investigan la supuesta relación del Gobierno con los narcos caribeños desde que Hugo Chávez llegase al poder en 1999.
Sin embargo, a principios de esa década ya era conocida la existencia de un sistema corrupto al que los medios comenzaron a apodar Cártel de los Soles debido a las insignias doradas de los uniformes de aquellos militares que terminaban detenidos por su involucración en la red. Funcionaba desde los años 80. Posiblemente, quienes inauguraron la denominación de 'los soles' fueron Ramón Guillén Dávila y Orlando Hernández Villegas, antiguos responsables de los Servicios Contra el Tráfico de Drogas de la Guardia Nacional venezolana. Entre 1987 y 1991, Guillén, el zar antinarcóticos, introdujo presuntamente 22 toneladas de cocaína en EE UU. Personaje peculiar, en 2007 dio con sus huesos en la cárcel junto con su hijo, un capitán de las fuerzas armadas, por planear un atentado contra Chávez.
A Venezuela no se le consideraba entonces un país productor de 'nieve'. El clan ha crecido a la sombra de los sobornos percibidos por los militares para hacer la vista gorda y dejar pasar la droga procedente de Colombia y Ecuador. La organización avanzó. Además de tipos con galones, funcionarios del Gobierno se sumaron al cártel, que pasó a participar directamente en el transporte y la distribución de coca y hachís hacia EE UU, Europa, África y otros países latinoamericanos. La evolución ha continuado hacia el siguiente escalón natural y Venezuela puede convertirse en un importante fabricante de cocaína. InSight Crime, un equipo que monitoriza la actividad criminal en la región, afirma que hay plantaciones «significativas» en las regiones de Zulia y Apure y laboratorios donde la pasta base se transforma en clorhidrato de cocaína en territorios controlados por la guerrilla de la vecina Colombia.
Las FARC manifestaron en 2013 su «profundo dolor» por la muerte de Hugo Chávez. El comandante mantuvo una estrecha relación con la guerrilla colombiana lo que, en opinión de los expertos, facilitó una especie de libre circulación de las milicias entre los dos países de la que se beneficiaron los traficantes. Cuando los cargamentos comenzaron a venderse en EE UU y afloraron grandes caudales de dinero, la red corrupta se amplió y consolidó en una espiral sin fin en el entramado institucional.
Amor al dinero
La singular configuración del Cártel de los Soles es producto de ese origen. Nada tiene que ver con un clan tradicional como el del Golfo o Jalisco Nueva Generación. Más allá de una banda criminal, es un conjunto de sectores y grupos sobornados y sobornables. Un sistema corrupto en sí mismo cuyo único nexo es el amor al dinero fácil sin importar su origen. Esa disposición facilita su supervivencia. Al carecer de jerarquía, columna vertebral e hilos internos, los golpes policiales solo pueden ser parciales. Si no existe una organización es imposible desmoronarla.
Otra de las características de 'los soles' es su índice de violencia muy inferior respecto a los grupos de narcos de México, Ecuador, Colombia o Perú. 'Ventajas' de ser gestores desde las poltronas de un negocio donde otros se manchan materialmente las manos, ya sea de coca o de sangre. «El narco no ha traído a Venezuela los niveles de violencia que tiene Colombia. Puedes traficar miles de de toneladas y pasar por donde sea, y nadie se está matando por ello, como sí ocurre cuando el clan del Golfo pelea por su espacio. Aquí no hace falta eso, porque tienes una fuerza armada que lo controla. Y al que lo haga fuera de ese control, el Estado lo apresa si lo alcanza», explica el exfiscal Zair Mundaray en el digital RFI.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro investigó el pasado mes de julio a la red por prestar apoyo al Tren de Aragua y al Cártel de Sinaloa. El departamento dirigido por Scott Bessent atribuyó ya a Nicolás Maduro y otros dirigentes de su régimen haber «corrompido las instituciones gubernamentales de Venezuela, incluyendo partes del ejército, los servicios de Inteligencia, el poder legislativo y el poder judicial», por lo que ordenó congelar sus activos en territorio norteamericano. La Casa Blanca estima que 'los soles' utilizan las rutas y los suministros de droga caribeños como «arma contra EE UU». Desde el inicio de su cruzada, el Pentágono ha bombardeado decenas de lanchas y matado a 83 presuntos narcos.
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