«Los responsables públicos no tenemos tiempo ni derecho al miedo»
El político, que aún no sabe si se presentará a los comicios del próximo año, defiende «la fuerza del Estado» como vía para combatir el crimen
Dagoberto Escorcia
Domingo, 24 de agosto 2025
Roy Barreras (Cali, 1963) es médico, profesor y escritor, y atesora una larga carrera política que le ha llevado a ejercer como embajador de Colombia ... ante el Reino Unido hasta el pasado abril o presidente del Senado entre 2022 y 2023. Afín, según muchas voces, al actual presidente, el izquierdista Gustavo Petro, todavía no ha decidido si se postulará como aspirante –Fuerza de la Paz es su partido– a las próximas elecciones generales del país latinoamericano, previstas para la primavera de 2026, aunque reconoce que tras el asesinato, a principios del pasado junio, del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay «nadie se siente seguro».
– ¿Tiene miedo?
– Lo vivo como lo vive la mayoría de los colombianos. En el país hay temor e incertidumbre por el crecimiento de los grupos criminales y, después del asesinato de mi compañero Miguel Uribe, nadie se siente seguro. Pero quienes tenemos una responsabilidad pública de liderazgo, no tenemos tiempo ni derecho al miedo. Los grupos criminales no van a prevalecer. El Estado siempre prevalece, y hay muchos ejemplos. Quizá el matón más grande que conocimos y flageló a Colombia fue Pablo Escobar y terminó muerto en un tejado.
– ¿Usted va a evitar, por ejemplo, intervenciones en plazas públicas como recomienda la Unidad Nacional de Protección (dependiente del Ministerio del Interior)?
– Hace unos días estuve en la plaza del mercado de Bazurto, en Cartagena, una explosión maravillosa de colores y sabores de la gastronomía del Caribe, en medio de miles de personas humildes, trabajadoras, sencillas. Nosotros no vamos a evitar el contacto con el pueblo. La gente debe saber que está acompañada y que vamos a salir adelante juntos.
– ¿Y la familia cómo vive esta situación?
– Mis hijos están fuera del país por amenazas que son conocidas por las autoridades, pero eso me permite avanzar más tranquilo en la tarea, que no es otra que intentar unir a Colombia, superar las heridas del odio y la rabia, y trabajar para lo que la mayoría quiere: trabajar y vivir en paz. La polarización genera odio y la violencia no le sirve a nadie. Lo que se necesita es que quienes están empobrecidos dejen de estarlo, que las clases medias que sienten que están perdiendo la oportunidad de salir adelante y luchan por sobrevivir todos los días tengan un Gobierno capaz de darles la mano.
«Etapas terribles»
– ¿Por qué el país sigue anclado en la violencia?
– Yo diría que hemos salido adelante. Muchos países superaron crisis violentas. España misma, después de una guerra civil horrible y una dictadura franquista de medio siglo, hoy tiene una democracia con todas las particularidades. Colombia también superó etapas terribles de violencia, como la liberal conservadora que mató a 300.000 campesinos, incluyendo a mi abuelo, y se estableció un régimen institucional excluyente pero pacífico. Y luego superamos sesenta años de conflicto con las FARC y los ataques feroces de los criminales del narcotráfico en los años ochenta y noventa, y todos están muertos o extraditados. Estas organizaciones criminales, equivocadamente, piensan que van a dominar este país y no van a hacerlo. Siempre prevalecen las instituciones. Hay 50 millones de colombianos que merecen protección y la van a tener.
«Mis hijos están fuera del país por amenazas que son conocidas por las autoridades, pero eso me permite avanzar más tranquilo en la tarea, que no es otra que intentar unir a Colombia»
– ¿En qué ha fallado el presidente Gustavo Petro?
– ¿En qué han fallado las organizaciones criminales? En pensar que se van a imponer y en olvidarse de que todos terminan muertos algún día. Las buenas intenciones de paz del presidente Petro han sido abusadas por los grupos criminales. Abusaron de su buena fe. Cualquier conversación de paz implica una posición de fuerza del Estado. No puede negociarse desde la debilidad, sino desde la legítima fuerza del Estado. Así que ojalá que todos los grupos ilegales y quienes están al frente tomen la decisión de recuperar sus propias vidas y sus propias familias y dejar el crimen y las armas. Las familias colombianas tienen que tener un Gobierno que les asegure que quienes dejen las armas cumplan y no vuelvan nunca al crimen porque, si lo hacen, deberán ser sometidos por la fuerza legítima del Estado.
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