Colombia ordena la evacuación de 2.500 familias por riesgo de erupción volcánica

Pese a que el desalojó debió haber comenzado el pasado fin de semana, el director encargado de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Luis Velasco, ha asegurado que el proceso se ha ralentizado porque se trata de comunidades rurales que son difíciles de contactar. El funcionario ha pedido que las personas que están en áreas próximas vayan a los refugios, al menos en las noches, ante una eventual emergencia.

El miércoles se registraron más de 7.000 sismos, el mayor tuvo una magnitud de 3,9, el peor desde que se monitorea hace casi cuatro décadas, indicó el Servicio Geológico Colombiano (SGC). «Nos preocupa que los movimientos se producen cada vez más cerca al cráter y esa, según los vulcanólogos, es una mala señal», ha dicho Velasco.

La red sanitaria, el ejército, los equipos de emergencia ya han indicado que se preparan en caso de una erupción. Las autoridades han programado una reunión en la próxima semana para evaluar si se mantienen las clases en las instituciones educativas o se suspenden para que las instalaciones sean habilitadas como albergues temporales.

La emergencia ha llevado a declarar la calamidad pública en una de las provincias afectadas. Por el contrario, en el municipio de Murillo, que está dentro del rango de los 15 kilómetros en riesgo, las autoridades locales se han negado a evacuar. El alcalde de la localidad, Antonio García, ha afirmado que «hay unas 350 personas que deberían salir de sus casas, pero no lo haremos porque estamos en un proceso de aprendizaje y esperamos a ver cuál es el comportamiento del volcán». El mandatario ha asegurado que conoce la situación por el seguimiento que hace «a través de la prensa y los boletines del servicio geológico», así se ha defendido de quienes catalogan su decisión como una «irresponsabilidad».

Las declaraciones de García recuerdan a la población del desaparecido municipio de Armero, que también se negó a ser desalojada hace 38 años, cuando tuvo lugar el mayor desastre natural en la historia de Colombia. La erupción del Nevado del Ruiz y el derretimiento de sus glaciares provocaron una avalancha que arrasó la localidad, en el centro del país, y mató a más de 23.000 de sus 25.000 habitantes.

Después de casi setenta años de inactividad, el volcán, de 5.400 metros de altitud, volvió a entrar en erupción la noche del 13 de noviembre de 1985. Aunque se habían emitido advertencias desde septiembre, tanto el Gobierno como la comunidad hicieron caso omiso.

La lava, que se mezcló con la nieve, descendió por las laderas de la montaña a 60 kilómetros por hora, a lo que se sumaron los escombros de la destrucción que dejaba a su paso, y sepultó a Armero. Las tareas de rescate no pudieron llevarse a cabo hasta doce horas más tarde, ya que el lodo dificultó el acceso de los equipos de emergencia. Cuando llegaron, muchos de los heridos ya habían fallecido. Omaira Sánchez, de 13 años, se convirtió en símbolo de aquella tragedia al quedar atrapada entre los escombros de su casa y con el lodo hasta el cuello. Permaneció inmóvil sin poder ser liberada durante tres días hasta que murió.