Una joven librera de 91 años
Ni un día desde que tomó las riendas del negocio ha dejado Delia Pérez Martín de abrir la librería La Favorita, en La Palma. Se lo prometió a su marido antes de morir. Probablemente sea la librera de más edad de Canarias, porque este año cumple 92 años, pero lo que parece seguro es que está al frente de la librería más antigua de las Islas.
A doña Delia se le atropellan los recuerdos. Quiere contarlo todo y da saltos en el tiempo hacia atrás y hacia adelante porque «son muchos años», dice con una gran sonrisa. Tiene 91 años y cada día abre las puertas de la que la librería más antigua de Canarias, La Fovorita, en Santa Cruz de La Palma, tal y como se lo prometió a su marido antes de que muriera en 2003. Él daba por hecho que cuando faltara la librería se iba a cerrar, pero Delia le dijo bien claro, recuerda, que mientras ella viviera la librería se abría. De eso hace ya 13 años y ahí sigue ella, al pie del cañón.
El día 8 de marzo, el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma la distinguió como Mujer Destacada del Municipio, un reconocimiento a su entrega y a su ejemplo de mujer trabajadora que le hizo «mucha ilusión» y le ha servido para animarla con nuevos proyectos.
Está como una niña con zapatos nuevos, además, acaban de ponerle un nuevo cartel a la librería, justo encima de las estanterías que le ha hecho mucha ilusión y que le recuerda los tiempos en los que, junto a su marido, Juan Fernández Guerra, ya llevaba la librería. Fue a mediados de los años sesenta del siglo pasado cuando doña Delia se instaló ya en la librería familiar que regentaba su esposo, compartiendo espacio con su hermana Lola Lola y con Mela, una niña de Los Llanos de Aridane que «cogía punto de medias desde que tenía ocho años», que se dedicaban a labores de costura. «Cuando las chicas se casaron vine yo a ayudarlo», dice doña Delia, pero en realidad llegó para salvar el negocio porque su marido sólo vendía periódicos y revistas y ella comienza a vender libros de texto, narrativa, material escolar y por último regalos.
La casualidad hizo que un día que iba a matricular a su hija en clases de piano se cruzara con un viajante de libros y material escolar. «Allí mismo lo abordé y casi cerró el negocio», recuerda y, aunque su marido le dijo que si estaba loca, lo cierto es que su espíritu emprendedor «y su arte para vender, porque es una vendedora nata», dice su nieta Anya, probablemente salvara a La Favorita del cierre.
«La librería es mi vida..., yo no puedo estar sin hacer nada, hasta cuando veo la tele estoy haciendo punto», dice mientras coloca los periódicos del día en el expositor.
