Una comparsa en El Alcoraz
Una calamidad de equipo. Así se define el paso de la UD por El Alcoraz, plaza hasta ayer convertida en chollo para todos. Dos remates entre los tres palos resumen su paso por Huesca. Más sustanciales fueron sus negligencias, de norte a sur y que explican una actuación lamentable.
No hay excusa que redima a Las Palmas. Rivalizaba con el peor de la categoría, como dictaban los números, nunca opinables. Mayor sonrojo cabe al recordar que el Huesca promediaba, sin falta, algún gol en contra en cada partido, sangría ya clausurada, por no incidir en que ha tenido que ser la UD el primer forastero que le dé una alegría a las gentes del lugar, hartas de asistir cada quince días a la incapacidad de su equipo de resolver. El Huesca ganó su primer pulso en casa, lo que contextualiza todavía más la magnitud de este fracaso. Un planteamiento de mentira, que se quedó en la mera acumulación de hombres sin tarea visible, retrató el patinazo de Juan Manuel y sus muchachos, en problemas no sólo de puntos. También de identidad, porque no hay quien reconozca a un conjunto anémico y con una tendencia peligrosa a la fragmentación.
Nunca se encontró la UD, sobrecogida en El Alcoraz y con un barniz especulativo que le arruinó el día. La apuesta sin extremos de Juan Manuel, con Vicente y Guerrero como falsos interiores, restó simetría, lo que dio cuerda a un Huesca que monopolizó pelota e iniciativa ante la inopia visitante. Siempre por encima, al anfitrión correspondió el gobierno de todo con la cortesía de Las Palmas, achicada atrás y sin vena competitiva para exigir al contrario. No vale de coartada la inferioridad numérica tras el penalti de Barbosa porque, hasta entonces, lo más potable correspondió al entonces colista, que manejó confortablemente la función. De menos a más, el Huesca desactivó a la UD, en cortocircuito a falta de Viera y David González, perdidos en la espesura, por no hablar de Guerrero, sitiado en cada acción y acumulando pescozones.
Así creció el Huesca, desde el respeto exagerado de una UD que se quedó en el amago. Buen tiro de Viera a los dos minutos, algún intento de Vicente y dimisión en cadena. Nunca más se supo del equipo, más allá de su débil ambición inicial, pura anécdota en los méritos generales, en los que sí computó el adversario, al que le iba la vida en noventa minutos y bien que se notó.
Hasta que se produjo el primer descosido atrás que degeneró en penalti y expulsión ya se masticaba la crecida local, que nunca discutió la UD, una comparsa. Con Barbosa en la caseta y el 1-0 paraalcanzar el descanso, todo lo que vino después resultó intrascendente. El Huesca se sintió ganador y con poderes a una hora del final, pésima publicidad para Las Palmas.
El segundo acto trajo más de lo mismo. Orgullo en una trinchera, la oscense, y parálisis isleña. De milagro no aumentó más una renta que redondeó Roberto. La UD vuelve a las andadas. Y ha corrido la voz.