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"Tras cinco años, están muertos"

"Tras cinco años, están muertos"

Jueves, 1 de enero 1970

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Este lunes se cumplen cinco años desde que el matrimonio de septuagenarios del barrio de Guanarteme, Antonio Quesada y Ana María Artiles, fue visto por última vez en una cafetería de la calle Castillejos. Desde entonces, las incógnitas sobre qué sucedió aquella tarde siguen abiertas.

Como si la tierra se los hubiese tragado. Sin rastro alguno y sin pistas que, cinco años después, puedan arrojar algo de luz sobre el paradero de Antonio Quesada y Ana María Artiles, vistos por última vez en Guanarteme, su barrio de toda la vida. En la tarde de este lunes se cumple un lustro desde que la vida de sus cinco hijos dio un vuelco sin remedio para sumergirse en un sinfín de preguntas e incógnitas que a día de hoy siguen sin esclarecerse. «Aunque la gente piense que mientras van pasando los años lo vives mejor, es todo lo contrario. Lo vives peor. Tenemos derecho a saber qué ocurrió con nuestros padres y dónde están. No hay día de mi vida desde que desaparecieron en el que yo no los tenga presentes. Casi durante todo el día, si no es por una cosa o por otra, me vienen a la mente. Recuerdo a mis padres y pienso dónde estarán y cuándo se va a saber qué pasó con ellos. Hay etapas. Al principio con ayuda de profesionales se te van quitando los traumas, pero hay épocas y determinados meses y días en los que te vuelven esos traumas», afirma Dolores Quesada Artiles, una de las hijas del matrimonio en la céntrica plaza de El Pilar, en el corazón del barrio donde crecieron. Ella sigue viviendo en la casa familiar a dónde acudió aquella madrugada del 2012, desde su vivienda en Guía, tras la llamada de una de sus hermanas preocupada porque sus padres no habían vuelto. Allí se reunieron todos, salvo la pequeña, que en aquella época vivía en Barcelona, esperando una llamada o noticias que, cinco años después, siguen sin materializarse. Ni una pista, ni nada que ayude a saber qué paso aquella tarde. «Después de cinco años, si no han dicho nada, si se han callado es porque no quieren decirlo. No es algo con lo que vivamos. Ojalá le remordiese la conciencia y dijesen lo que saben pero no vives con esa incógnita presente», añade Miriam, la hija pequeña. Ahora centran su energía en otros temas. «Hemos pedido una declaración de ausencia y aún no ha salido. Al cumplirse cinco años tenemos que pedir que están fallecidos. Eso no te lo tramita el juzgado, lo tienes que hacer tú. Tienes que hablar con un abogado o pedir uno de oficio. A los cinco años se puede solicitar pero hay que pagar al Estado entre 1.500 y 1.800 euros para publicarlo en el BOE. También estamos con los trámites para solucionar la tutela de mi hermano, porque mis padres no lo tenían incapacitado socialmente solo médicamente, y es conveniente hacerlo. Son movimientos, tiempo e historias para las que no nos han asesorado», añaden.

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