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Teresa Serrano, arte feminista y comprometido

La veterana creadora mexicana explica algunas de las claves de su compromiso con la sociedad y con el arte. Hasta el próximo 7 de octubre, el CAAM le dedica una exposición retrospectiva bajo el título ‘Albur de amor’.

Jueves, 21 de junio 2012, 19:05

Teresa Serrano (México DF, 1936) estuvo en la Isla para presentar su exposición retrospectiva Albur de amor en el CAAM.

P. - Su arte es feminista, aunque usted no se considera tal. R. -Es arte feminista, aunque yo no soy una activista feminista. Conozco a muchos activistas que me han hecho participar de forma activa, porque me interesa muchísimo. Colaboro con alguna asociación porque me encanta cómo trabajan. En concreto, una asociación que trabaja en Internet y que mueve el mundo. Es una joya. Se llama Avaaz.org. Firmo todo lo que se me presenta. Tanto están implicados en asuntos de ecología, como de derechos humanos, como en feminismo... Todo lo que te puedas imaginar. Las guerras, lo que está pasando en Siria. Recibo mucha información y colaboras un poco. Tienen un poder de movilización enorme. Recogen millones de firmas. He colaborado con la Fundación Lydia Cacho, que tuvo la gentileza de ingresarme en una muestra y unas conferencias en Madrid. Me exhibieron La piñata. Me han invitado a muchísimas cosas para hablar y presentar cosas, pero, propiamente, una activista, no he sido.

P. - Su arte siempre tiene a la mujer como referente. ¿Para usted, la mujer es un punto de partida o una causa? R. -Soy una mujer. Intentar cambiar las cosas es lo que todos queremos. Poder cambiarlas a través del arte, no creo que se pueda, pero al menos, cuestionamos el mundo a través del arte, lo cuestionamos todo. En un museo, los que asisten y ven la obra, imagino, que también se plantean esas cuestiones. Mi intención es exponer el problema y que la gente decida qué puede hacer frente a él.

P. - Es un problema infinito porque, en el siglo XXI, parece que la mujer está poniéndose nuevos yugos. R. -Tienen que pasar muchos años todavía. La mujer se ha ganado muchos logros, pero ¿cuántos miles de años hemos vivido bajo un régimen machista? Es muy difícil que lo quitemos en un siglo.

P. - Quizá las mujeres tenemos en nosotras mismas a las peores enemigas. R. - También somos misóginas. Hay un problema de misoginia entre mujeres. Existe históricamente en muchas partes, en México es muy fuerte. Y en España, ves las obras de García Lorca y las mujeres son de una misoginia absoluta. En Arabia, la esposa principal maneja a las concubinas y al resto de las esposas, y hay casi odio entre ellas. Necesitamos convivir entre mujeres. Cuantas más mujeres nos demos la mano, seremos más fuertes. Las activistas, bendito sea Dios, son las que nos han hecho avanzar y tengo una profunda admiración por ellas. Yo no lo he sido. Quizá haya sido egoísta en eso. Dedico mucho tiempo al arte.

P. - ¿Y no es activismo su obra La Piñata sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez? R. -Hay quien dice que soy una actista mentirosa y no puedo rebatirlo. Yo hago mirar las cosas, represento los problemas que tenemos las mujeres para transmitir este cuestionamiento. ¿Por qué pasa eso? ¿Por qué nos hacen eso? La Piñata es una obra muy fuerte en la que, los hombres que la han visto junto a mí se han salido de la sala. No lo soportan. Se van. Siento que molesta mucho. Y es bueno que moleste para que aprendan que eso no se puede hacer.

"Mi arte no tiene mercado". Su discurso artístico no es de fácil digestión, pero el arte no ha sido nunca su medio de subsistencia. «Tuve un padre que me dejó un dinero y no he tenido la necesidad de trabajar para vivir. He podido mantenerme sin vender. Pero la verdad es que no he sabido hacer otra cosa. El arte me ha dado la vida», dice.

Fascinada por el cine, desde niña frecuentaba los estudios Churubusco coincidiendo con los directores de la edad de oro del cine mexicano: Buñuel, Roberto Gavaldón, Emilio Fernández... También conoció a Jorge Negrete o Juan Infante en un rancho cercano a su casa, donde tenían sus caballos. «Aprendí a montar con esta gente. Tenía 14 años y me familiaricé con el cine. Desde entonces, no puedo parar».

No obstante, sus primeros pasos en el arte los dio en la pintura y la escultura, hasta que se topó con las mariposas monarca. «Fui a verlas. Viajan de México a Canadá. Llegan un día exacto, el 5 de noviembre, y se van todas un día, el 5 o 7 de marzo. Es un espectáculo maravilloso. Hice mi primer vídeo; Siempre el pasto del vecino es más verde, sobre la memoria y la migración».

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