Setién se quita un peso de encima

Parece evidente que el, hasta junio, entrenador amarillo se quitó un peso de encima al esclarecer su futuro y oficializar su marcha de la Isla. Era mucha la tensión acumulada en los últimos días y su comparecencia supuso un desahogo. Pasó de no disfrutar del triunfo ante el Villarreal el pasado viernes y estar al borde de las lágrimas el día siguiente mientras leía su discurso de despedida, a dirigir la sesión de ayer con una sonrisa que no se le borraría en toda la tarde. Y no era el único. El buen rollo reinó de principio a fin en la sesión entre todos los jugadores de la Unión Deportiva. Bromas, risas y ambiente distendido en un entrenamiento de suave ritmo donde los rondos, fútbol-tenis y demás ejercicios con el esférico fueron los protagonistas una vez más. Toda lo que salió a la luz en torno a los conflictos que se sucedieron tras el último compromiso liguero parecieron esfumarse según se pudo comprobar ayer en la tarde de ayer. Al menos por lo visto en la relación jugadores-técnico. Quique Setién no se separó en ningún momento de su segundo Eder Sarabia. Dialogando, al margen de sus pupilos, quien sabe si del próximo partido, su futuro o de cual será el discurso para explicar el por qué de su no continuidad. No admitió preguntas en su famosa comparecencia, y aunque explicó algunas cosas, dejó muchas otras en el aire, y lógicamente la gente quiere saber cuáles son las razones de esta decisión tan sonada. Pero viendo el entrenamiento desde fuera nadie diría que la noticia que acaparaba la actualidad era la marcha de un técnico que ha dado mucho a Las Palmas. Tanto a nivel de resultados como de juego. Una buena noticia, en cualquiera caso, cuando ya la decisión está tomada y no hay marcha atrás. Es positivo para el club que la decisión no pase factura de aquí a final de curso. Quedan 10 partidos para que acabe el curso y aunque el equipo esté en tierra de nadie, sin peligrar la permanencia y a años luz de Europa, sigue habiendo ambición por terminar en lo más alto posible de la tabla. Y para ello, la normalidad debe, como ayer, reinar en el ambiente.