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Series ejemplares

Domingo, 18 de enero 2015, 00:00

Hay series que superan en calidad y entretenimiento a las películas. Son formatos distintos. Pero en los últimos años han ganado cuota, con razón, a la gran pantalla. Algunas están muy bien logradas, manteniendo la trama en cada una de las temporadas. El último hallazgo es Borgen que emite Canal+. Aborda el ascenso a primera ministra de una mujer honorable y virtuosa (al menos hasta antes de tocar el poder) que hace milagros para no decaer ante la corrupción y el cinismo a la par que mantener su vida personal y familiar. Recreada en Dinamarca con un sistema de partidos fragmentado y donde es imprescindible pactar, la serie es un monumento sobre las luces y las sombras de las instituciones, la agenda política y la opinión pública. Y lo es precisamente en un país al que no estamos acostumbrados ni por su riqueza (aunque venida a menos por la crisis), su bienestar colectivo y la impecable ética que ya quisiéramos por aquí ostentar. En España hacer una serie sobre política resulta impensable. Y puede que responda a una suerte de complejo en el que quizá creamos que lo que viene de fuera atrae aún más. Y estoy seguro que los daneses verán Borgen como lo haríamos nosotros con un producto de fabricación nacional; eso sí, que sea cualitativamente razonable. Y vaya por delante que tenemos argumentos de sobra: casos de corrupción, atentados y logros democráticos. Ni por esas. Es más, este diagnóstico se traslada también al cine. Apenas hay películas sobre la actualidad política. Y las de la Transición (incluidas las de la barbarie terrorista) son escasas y no todas buenas. De la Guerra Civil hay más, pero falta aún esas dos o tres obras de arte que nos permitan decir que esa laguna ya está cubierta; si es que algún día llega a estarlo. Tristeza por aquellas sociedades que no quieren llevar su historia reciente a las salas de cine. Para empezar, porque permite una perspectiva que la actualidad diaria impide. Pero igualmente porque será un legado para que las futuras generaciones puedan comprender lo ocurrido. Nuestro siglo XX tiene directores espléndidos, pero hay temas (especialmente los vinculados a la política) que no acaban de protagonizar los largometrajes que requiere el espacio histórico más apegado al presente. A la postre, Borgen nos visualiza otra Europa. Esa que después, con motivo de la crisis de la eurozona, está siendo demonizada (a veces con razón y otras tantas sin ella) cuando hablamos de austeridad o, al menos, crítica al derroche de los recursos públicos. Véanla, que genera debate.

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