Se busca gerente
La Filarmónica de Gran Canaria abre el plazo para cubrir la vacante de Kuttenkeuler. Se puede presentar cualquier licenciado, con experiencia en administraciones públicas que sepa música, pero algunos ya tienen «el nombre».
Las administraciones, más por presión de la opinión pública que por deseo expreso, comienzan a poner en práctica el denominado código de buenas prácticas. Así, para cubrir puestos de alta dirección, que antaño se designaban «a dedo», se está extendiendo la moda de convocar concursos donde lo que prima es el mérito de los aspirantes. Sin embargo las denominadas fuerzas vivas de la ciudad -que no son más que lobbies o grupos de presión- siguen intentando colocar a sus peones en los puestos culturales estratégicos. De lo que se trata, dicho vulgarmente, es de mantener bajo control el chiringuito.
Repuestos de la noticia de la marcha de Tilman Kuttenkeuler de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), donde desde 2009 ocupaba el cargo de gerente, las mencionadas fuerzas vivas no han tardado en ponerse en movimiento. Hasta el próximo 5 de diciembre está abierto el plazo de recepción de solicitudes para cubrir la vacante de Kuttenkeuler, pero en esta ciudad ya casi todo el mundo musical sabe qué nombres están bendecidos para ocupar el cargo. Teniendo en cuenta las experiencias anteriores, en las que el seleccionado se sabía semanas antes de que se cerrara el concurso, cabe la posibilidad de que sepamos el nombre del elegido (en esta ocasión tampoco hay «elegidas») de la misma forma en que sabemos quién ganará el Premio Planeta antes de que el jurado se siente en la mesa.
La redacción del perfil profesional que desea la Fundación OFGC, dependiente del Cabildo de Gran Canaria y, en particular, del área de Cultura que dirige Larry Álvarez, deja espacio para la especulación. ¿Cuál ese perfil?
En primer lugar la dirección de la orquesta considera que es imprescindible tener «titulación académica superior». No especifica qué tipo de título, por lo que un biólogo marino, una ingeniera aerospacial o alguien experto en Metafísica, por ejemplo, podría encargarse de la gerencia de la OFGC, aunque también, y muy especialmente, algún abogado como Juan Cambreleng, o algún arquitecto, como Juan Mendoza, que son dos de los nombres «patrocinados» que más suenan en los corrillos musicales para este concurso.
Pero es el segundo requisito el que parece estar redactado «a medida». Dice así: «Experiencia anterior acreditada en un puesto equivalente en formaciones orquestales y/o eventos musicales con trascendencia internacional». Y añade, «se valorará la experiencia anterior en gestión de festivales de música y/o administraciones públicas».
La inclusión de «y/o», resulta llamativa. Por ejemplo, nuestro biólogo, llamémosle Pepito Pérez, puede que nunca dirigiera un encuentro cultural, pero muy bien podía haber trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que es una administración pública, así que su currículum valdría, en este punto, tanto como el de aquel arquitecto director de festivales, como Mendoza, o el del abogado director de teatros, como Cambreleng, por seguir con los dos nombres.
El tercer requisito es fruto de la experiencia de la OFGC. Kuttenkeuler atesoraba virtudes: Es «licenciado en Dirección Cultural y posee formación como jurista», pero llegó a la orquesta sin tener ni idea de español. Para salvar este escollo tuvo que apuntarse a clases intensivas de nuestro idioma, algo que la OFGC quiere ahorrarse esta vez. Por tanto, será «imprescindible» el dominio del español y el inglés, además de amplios conocimientos del alemán y/o francés.
Nuestro biólogo lo sigue bordando, pero los «gallos tapados» también. Quien tal vez vea cerradas sus puertas sea el gerente que, quizás, podría interesarle al director de orquesta Pedro Halffter: otro alemán que le sirva de trampolín para consolidarse en el circuito musical de ese país.
Finalmente, reza el anuncio, para la selección se tendrán en cuenta ciertas habilidades y actitudes, entre ellas las de «organización y planificación, creatividad y capacidad para tomar decisiones, de negociación y comunicación» y, atención a esto, «conocimientos musicales».
Bien, nuestro biólogo, Pérez, es organizado, creativo... y recibió clases de solfeo en el colegio. Se sabe la clave de sol e incluso, en su época hippy, aprendió a tocar la guitarra. Es perfecto, podrá presentarse y competir con el director de festivales y el de teatros, y con aquellos licenciados en cualquier cosa, que han trabajado en cualquier administración pública, y que canten en la ducha o toquen Let It Be en el piano. ¿Es esta la «excelencia» que merece la «mejor embajadora de Gran Canaria», como llaman a la OFGC desde el Cabildo?
Las competencias del gerente vienen recogidas en el artículo 23 de los estatutos de la Fundación. Entre ellas se encuentra «la dirección, inspección y seguimiento de los contratos, bienes y servicios y marcha de la Fundación, incluida la contabilidad», así como «formalizar los contratos» y «llevar la iniciativa de las tareas de financiación y contratación de la Fundación».
En definitiva, manejar el suculento presupuesto que la Corporación insular destina a la Orquesta (algo más de 7 millones de euros), parte del cual se invierte en la contratación de artistas invitados que tienen sus respectivo representantes y sus consabidas comisiones.
La gestión musical en esta isla parece seguir inmersa en el amateurismo y, sobre todo, en el padrinazgo que ejercen las fuerzas vivas. Dichas fuerzas, como es de todos conocidos, se caracterizan por el derroche de dinero en veladas interminables dedicadas a Richard Wagner y por el más absoluto desprecio por el dinero público. Salvo que el Cabildo esté dispuesto esta vez a comprometerse con un concurso limpio y trasparente, lo que veremos será un más de lo mismo: otro enchufado manejando una buena cantidad del dinero de todos.
