Ruido y morbo entre antagonistas
Rodríguez y Jémez se repelen. Es una cuestión natural. El fútbol que febrilmente diseñan en sus cabezas es antagónico; uno es un esteta, el otro un pragmático. La razón de la colisión es sencilla y hermosa: es fútbol. Es un enfrentamiento cuerpo a cuerpo en la hierba, inexistente fuera de ella. Que se sepa.
Jémez no pasó ni un año bajo la escarapela de la Unión Deportiva. Canario de pega, la cantidad de veces que se le menta en la Isla no es proporcional a su peso en la historia. En ella Rodríguez es un coloso. Solo unos pocos elegidos (Sinibaldi, Molowny, Roque Olsen y Kresic) han dirigido al representativo, equipo que ama, más veces en el fútbol profesional.
Sus métodos conceden atractivo al partido desde la pizarra. Jémez opondrá a su Córdoba, que ya ganó en el Gran Canaria, como un equipo de virtud grácil. Rodríguez quiere que el suyo sea una roca, para eso tiene un mantra: «En esta categoría solo se compite si se deja a la portería a cero», es su consigna. Y ahí es donde verdaderamente rivalizan ambos técnicos. Uno no le tiene en cuenta al otro las críticas sobre su modelo en la intimidad de las tribunas; el otro ignora el fondo fraternal que rodea a su predecesor en un vestuario que a él no le mima tanto. En los focos hay diplomacia, no se nombra al contrario. Hasta se le tira un piropo. Flojito.
Pero el cartel tiene trampa. Este Córdoba que recibe a Las Palmas es jovial pero solido. Más aún que la Unión Deportiva. El accidente de Soria la jornada anterior, en un campo helado (5-0) les deja con 22 goles recibidos en la presente temporada. 11 menos que el representativo, que persigue a los andaluces a seis puntos en el escalafón de la categoría.
Para Las Palmas hay más problemas. Lesiones y la perseverancia en las expulsiones han debilitado durante todo el campeonato la columna vertebral. Rodríguez ha tenido dificultades para consolidar una idea, y ahora que lo había hecho se le derrumba la estructura. De un plumazo desaparecen Pignol, Corrales y Roque, todos castigados federativamente. Los dos primeros desmontan una retaguardia ya memorizable, por lo que el capitán David García acelera su regreso.
Y en vanguardia Viera o Vitolo. Tipos que le deben mucho a Jémez. Y así siempre lo reconocen. Estimulado por la austera política del club, el técnico usó los canteranos como bandera de una idea que dio tantas alegrías como tempestades sembró.