Reunión pacificadora con Lobera
Miguel Ángel Ramírez propició ayer una reunión de más de tres horas en las dependencias del estadio de Gran Canaria con el fin de cerrar filas y unificar posturas en la figura del entrenador y el buen desarrollo del actual proyecto. El presidente pacificó los ánimos en el organigrama.
Recién llegado de unas pequeñas vacaciones, el máximo mandatario de la entidad apagó todos los fuegos derivados del pobre bagaje que lleva el equipo en las dos primeras jornadas de Liga. Porque las diferencias entre algunos ejecutivos y Sergio Lobera son más que evidentes en varios criterios y, en opinión de Ramírez, nada de esto conviene.
El cónclave, desarrollado en los vestuarios, tuvo el propósito deseado. Todos hablaron claro, expusieron sus posturas, hubo discusión constructiva y enfocada a posibilitar una reacción en todos los sentidos. Con y sin la pelota. Se entiende que las tensiones surgidas a cuenta de las diferencias de criterio táctico, en alineaciones, utilización de futbolistas y algunos fichajes «son lógicas y, dentro de unos márgenes, forman parte del fútbol», por lo que tampoco se quiere dramatizar en estas disensiones.
Aunque este tipo de reuniones son periódicas, ciertamente la de ayer tuvo unos tintes diferenciados por llegar en un momento especialmente sensible en todas las esferas de la entidad.
Ramírez salió conforme del intercambio de argumentos que presenció. Juanito, Branko Milovanovic, Toni Cruz y Lobera con su cuerpo técnico dijeron lo que tenían que decir sin intermediarios, en un careo que tuvo como finalidad que, ya a partir de hoy, se hable de una UD sin divisiones internas ni fracturas, que es algo que ha trascendido de manera palmaria. Por encima de que las relaciones personales en algunos casos estén deterioradas, lo que ha impuesto el presidente es que debe primar el bien institucional. Y que no va a consentir que este tipo de conflictos interfieran en el césped.