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Que los futbolistas no dejan de ser personas normales, con una vida privada y en edad también de divertirse aparte de entrenar y dar lo mejor de sí, es un hecho que nadie puede negar. Siempre se ha hablado de este asunto, desde la época de Alfredo Di Stéfano, pasando por los galácticos, el dream team y demás familia. Es normal que los profesionales del balompié disfruten y no sean seres autómatas que sólo pueden entrenar, comer y descansar.
Pero desgraciadamente, estas islas afortunadas en las que vivimos son preciosas, pero con unas fronteras geográficas limitadas por mar y aire que facilitan que (casi) todo se sepa. Recuerdo la época del tractor amarillo, en la que la UD Las Palmas se batía a muerte por alcanzar el ascenso a Segunda División con una camada de jugadores canarios maravillosos, pero también me viene a la mente aquel cántico de «¡Vete a la Wilson!» cuando los resultados no acompañaban y los jugadores salían de juerga. Eso se llama seriedad, saber estar, profesionalidad, compromiso, madurez y hasta me atrevería a utilizar el adjetivo: educación. Son valores que no se inculcan y eso se muestran no sólo sobre el terreno de juego, sino fuera de él.
En este caso, la ha sido de nuevo el triste protagonista de unos hechos que me avergüenzan. Jugadores a las tantas de la mañana peleándose en una discoteca como niñatos, sin tener en cuenta las consecuencias que eso conlleva. Guste o no, ellos son los referentes de una buena parte de la sociedad que los considera ídolos y se gasta el dinero que no tienen para pagar un abono o entrada. ¿Y ellos qué? Pues eso, que si marchita por allí, cerveza por aquí, fiestita por allá... todo ello en una competición por ver quién tiene más tatuajes, piercing, viste más a la moda o conduce el mejor coche.
Faltan valores, y eso que tienen un ejemplo de todo lo contrario en el vestuario como es Valerón. Uno que llega a los 40 años jugando en la elite mientras a su lado hay jugadores que son despreciados por actitudes bochornosas con sólo 31.
Me da pena que todo esto pase con la mirada pasiva de un club que parece que todo lo consiente cuando se está jugando su futuro en lo que tanto costó: la Primera División. Me cansa ver memes de Araujo de marcha con la cara desencajada, de escuchar que lo paró la Guardia Civil en Las Brujas en un control de alcoholemia antes de un entrenamiento, recibir fotos de Tana disfrazado mientras era parado en un control de la policía o imágenes de Viera en la cabalgata vestido de pirata cuando se supone que estaba tocado. Más de lo mismo.
De Nauzet, poco que decir. Su simple comportamiento lo retrata. Y de Araujo, encima es convocado... Lamentable.
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