Portillo, engullido por la borrasca
Javier Portillo debió poner una cara muy triste cuando Juan Manuel Rodríguez descubrió qué jugadores eran titulares ante el Huesca. Javi Guerrero cumple la tercera semana de baja; Quiroga sufrió un problema en el tobillo que le aisló de la convocatoria. Solo quedaba un delantero puro en la plantilla: Portillo. El titular en esa demarcación fue Vitolo.
Con el equipo remendado tras la lesión de David García y con Francis amonestado, Rodríguez ordenó relevos. Salió al campo Portillo, la semana anterior excluido del viaje a Jerez, fuera de una convocatoria por primera vez en la temporada. El de Aranjuez aprovechó la única ocasión que tuvo. Momo tuvo un gesto divino en una esquina del área, cedió en un gesto elevado a Portillo que esperaba en el vértice derecho, al recibir paró en seco, dribló a un contrario y percutió con rabia. Gol. Estalló el ariete que dedicó, con el balón bajo la camiseta y arrodillado en la mitad del campo, a su novia Laura, que está encinta.
En el eufórico caminar de Portillo nunca se estableció el contacto visual con Juan Manuel Rodríguez. Mientras el delantero festejaba, el entrenador miraba a otro lado. El atacante debía ser un hombre feliz por entonces, hasta que apareció la borrasca y el Huesca horadó la moral de los de amarillo.
Es el quinto tanto de Portillo en la presente temporada. No marcaba desde que el último fin de semana de enero maquillaba sus estadísticas con un gol intrascendente en Alcorcón.
Javier Portillo no es feliz en Gran Canaria. El problema es simple. Llegó con honores a pesar de que su pedigrí se había depreciado. Juan Manuel le prometió mimos y confianza. Nunca la ha tenido. Poco más de 1.000 minutos rellenan la memoria de su temporada.