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Pardelera a los tramposos

Jueves, 29 de mayo 2014, 20:17

La lucha canaria ha vuelto a ser noticia por un motivo bastante desagradable y extradeportivo. En un año en el que se había vuelto a apostar por el deporte vernáculo e incluso las instituciones habían apoyado económicamente para que se hiciese una Primera Categoría de calidad en Gran Canaria, algunos luchadores han devuelto ese esfuerzo de la peor manera posible: haciendo trampas.

Tres controles antidoping «anómalos» como mismo los calificó el responsable del área en Canarias, Antonio Ramos Gordillo, han encendido todas las alarmas en una disciplina que siempre se ha tenido como sello de identidad su nobleza, pero que también algunos aprovechan para cruzar la línea y ser más fuertes que sus rivales de brega base de fármacos ilegales.

Por una parte, es cierto que aún se tiene que poner el adjetivo «presunto» antes de hablar de positivos por dopaje, puesto que no ha finalizado el proceso y, por consiguiente, no hay nombres propios ni sanciones, pero el hecho de que, de ocho análisis efectuados, tres no estén limpios, es para agachar la cabeza. Y esto no es todo, porque incluso la cifra puede aumentar ya que no han llegado todos los resultados a la sede de la Comisión Antidopaje de Canarias. Ojalá que los malos augurios no se cumplan y quede todo en tres únicos casos.

Muchos luchadores se quejan, y no les falta razón, de que no solo hay doping en el noble deporte del calzón y la arena. Es cierto, pero también lo son los datos, y arrojan cifras elocuentes: 26 positivos desde que se empezara a controlar a los luchadores en 1991 y este número puede aumentar en una semana cuando se hagan oficiales los últimos resultados.

El hecho de que se dejase de hacer pruebas antidopaje hace cerca de dos años, ha abierto el grifo para muchos que aprovecharon que la carretera estaba libre de controles, para conducir en ellas a gran velocidad y con varias copas de más. No lo son todos, eso es lógico, pero por desgracia, la falta de deportividad de algunos, está consiguiendo manchar la imagen de una familia, la de la lucha canaria, que sigue bregando para llevar a este deporte a donde se merece.

Ahora, tras esta noticia y con la amenaza de que seguirán los controles, la lucha canaria tiene que reflexionar y echar del terrero a los insensatos. Las federaciones, clubes y propios luchadores tienen que remar hacia el mismo lado y hacer, de una vez por todas, una pardelera a los tramposos.

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