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Menchu Gal, siempre por libre

Martes, 9 de octubre 2012, 11:45

Las paredes del Cicca encierran la obra de una mujer que hizo de la libertad su bandera. Se trata Menchu Gal (Irún, 1919 San Sebastián, 2008), una pintora cuya obra llega a las Islas tras haber sido admirada en el Instituto Cervantes de Nueva York y en el IVAM. Sus coloridos paisajes, retratos, bodegones y desnudos se pueden admirar hasta el 17 de noviembre.

Menchu Gal rompió barreras. De hecho, fue la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Bellas Artes en 1959. «Me parece que una mujer en el mundo del arte siempre es pionera, y más si nace a principios del siglo XX, los artistas masculinos eran los que tenían más posibilidades de concurrir a los certámenes de bellas artes y conseguir premios», relata María de los Reyes Hernández, la comisaria de la exposición Menchu Gal. Creando en el silencio, que se exhibe hasta el 17 de noviembre en el Cicca de la capital grancanaria.

Para la catedrática de Historia del Arte, la característica principal de la artista vasca es que siempre hizo lo que quiso. «La idea de la libertad en el arte, en el pensamiento y en el modo de actuar es una tónica fundamental en la vida y la obra de Menchu Gal», sostiene.

Es más, Gal fue a la contra ya que se aferró a la figuración cuando la moda se decantaba por la abstracción. Defendió a ultranza lo que quería, el realismo, aunque ese realismo tuviera todo tipo de concomitancias, coqueteos o contaminaciones con lo que eran las vanguardias», abunda.

No obstante, artistas del ámbito de la abstracción como Oteiza o Chillida sí reconocieron su valía. «Cuando fue a París, conoció la pintura de su maestro, el cubista Amédée Ozenfant, y quedó obnubilada por Picasso, Gris y Braque. «Una influencia que se aprecia en sus bodegones, piezas que ella consideraba como obras menores y que, sin embargo, son las más apreciadas. La crítica del arte y el mercado se están vengando de ella porque, ahora mismo, son sus obras más valoradas», indica Edorta Kortari, responsable de las muestras que organiza la fundación dedicada a la artista.

Sin embargo, frente a los bodegones, desnudos y paisajes coloristas, en la exposición brillan los retratos con los que Gal intentó atrapar la personalidad de sus modelos. De hecho, según sostiene Reyes, en algunos de estos cuadros la pintora hizo un ejercicio de introspección y se retrató a sí misma.

«Pinta como respira. Su pintura es sentida y viva, por eso conecta muy bien con el gran público», asegura Kortari.

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