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Los inicios de Carmona: "Cuando empezó, los guantes pesaban más que él"

Los inicios de Carmona: "Cuando empezó, los guantes pesaban más que él"

Ignacio S. Acedo

Jueves, 1 de enero 1970

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La familia Carmona Heredia presume de olímpico. La gesta protagonizada por Samuel, clasificado para los Juegos de Río de Janeiro, les ha colmado de felicidad y orgullo y la dicha no les cabe en el cuerpo. Es ahora, con la conquista histórica del hijo que les salió «más revoltoso», cuando recuerdan el camino de superaciones culminado de manera tan brillante.

Antonio Carmona y Ana Heredia son muy conocidos en La Isleta, barrio en el que llevan asentados toda la vida. De etnia gitana y entregados a la fe que profesan por Dios, la labor de pastor evangélico que desarrolla el patriarca de la casa acentúa su hospitalidad y don de gentes. Criaron a sus tres descendientes, José, Samuel y Fran, bajo una estricta moralidad religiosa que hoy mantienen muy presente. Y en el éxito deportivo que están degustando atribuyen «mucha culpa» a sus plegarias y creencias. «Samuel siempre lleva una Biblia y reflexiona con lo que le enseñan las sagradas escrituras. Eso le ha dado la fuerza para cumplir su sueño», matizan.

«Empezó con el boxeo cuando los guantes pesaban más que él, tendría unos ocho años. No nos hizo ninguna gracia que le diera por este deporte, pero se empeñó y no hubo manera de quitarle esto de la cabeza. Desde abajo, en un garaje, sin apenas medios, con constancia, sin rendirse...», afirma emocionado su padre.

Ana incide en que la genética no ayudó: «Fue un niño prematuro. Ni crecía ni engordaba. Me daba miedo que le pudieran dar un golpe... Y todavía tengo ese miedo, aunque con el tiempo ya he aprendido a llevarlo». Ambos han sido testigos directos de los progresos del flamante olímpico y no dudan en asegurar que «lo merece más que nadie» atendiendo a los «muchísimos sacrificios» que se ha visto obligado a realizar. «Ahora hará un año que se fue de casa para ir becado a Madrid. Fue duro, tardamos en aceptarlo, pero entendimos que era el mejor camino. Se nos hace complicado no tenerle cada día aunque ver que se ha hecho hombre desde el deporte y la rectitud nos hace felices. Y ya lo de ir a unos Juegos es algo que nunca imaginamos», coinciden.

¿El techo de Samuel? «Lo que decida Dios. Él sabe que el sacrificio diario y la humildad son la claves de todo. De momento así está guiando su camino y el fruto no puede ser mejor», subrayan con sonrisa interminable los padres de la criatura.

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