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Las imágenes de la infamia

En el Lomo de La Faya, en el pinar de Fuencaliente, reina una paz inquietante. Los restos de los palmeros ejecutados vilmente por la represión franquista conforman una imagen dantesca. Ayer se levantó el primer cuerpo que localizaron los familiares y que fue el último en caer acribillado.

Miércoles, 13 de septiembre 2006, 14:22

Son cadáveres que parecen clamar justicia, que gritan a voces que por fin se ha descubierto la infamia. Tienen las cuencas oculares llenas de tierra y expresiones de un terror extremo. La muerte les llegó a edad temprana por defender un gobierno legalmente establecido. No cometieron ningún delito, pero fueron apresados y ejecutados sin compasión por los represores de la dictadura franquista, individuos ebrios de rencor que no les temblaba en pulso a la hora de apretar el gatillo. De nada sirvió que los represaliados expresaran su inocencia. Un disparo en la cabeza y unas espuertas de tierra sepultaron para siempre sus ilusiones y las de sus familias.

El equipo de arqueólogos que trabaja en las labores de desenterramiento de la fosa común del Lomo de la Faya, en el pinar de Fuencaliente, han dejado al descubierto las huellas de una etapa dolorosa y negra de la historia de España en general y de La Palma en particular. 70 años después, las heridas no están cerradas. Los familiares quieren que sus muertos salgan a la luz y que se muestre este episodio cruel para que no vuelva a repetirse. No están dispuestos a olvidar. A los seres queridos nunca se les olvida y si murieron de forma cruel -como es el caso- hay que recuperar su memoria.

En la fosa del Lomo de la Faya, situada en una pendiente arenosa y rodeada de pinos y viñedos, han aparecido, de momento, seis cuerpos, pero las búsqueda de restos continúa. Los cadáveres acribillados y hacinados evidencian que se empleó contra ellos una brutalidad atroz, irracional. Identificación

Los familiares que se acercan a la excavación, la primera de Canarias que usa metodología científica, buscan desesperadamente algún resto que pueda identificar a su ser querido. Un diente de oro, por ejemplo, puede ser clave para individualizar a un cadáver. Los parientes de los represaliados sufren a menudo altibajos emocionales porque las esperanzas albergadas por la mañana se pueden desvanecer por la tarde. Hasta que no concluye la investigación, los huesos no tendrán nombre y apellido. Las tareas están siendo dirigidas por la arqueóloga Verónica Alberto.

Más información en el periódico CANARIAS7

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