La solidaridad no está en crisis
May no tiene palabras para agradecer la solidaridad que ha despertado su caso. Lleva tres meses sin ingresos y no le quedan más que dos euros en el monedero, pero al menos ahora no se siente tan sola y le han llenado la nevera. Lo que le falta es un trabajo.
Ha llorado mucho estos meses, pero no menos lo hizo estos días mientras leía los comentarios de apoyo y solidaridad que la gente fue dejando en la web de CANARIAS7, donde se hizo pública su dramática situación. Su caso, que le ha llevado a ella y a su hijo a vivir de las sobras de un comedor escolar que le trae una amiga, ha sido visto en Internet 12.122 veces y generó 123 comentarios de todo tipo. Le llovieron las llamadas y una ola de solidaridad inundó su barrio, en La Garita, donde la gente ha acudido en su ayuda sin conocerla.
«Estoy emocionada, la verdad, no saben cuánto agradezco, de corazón, lo bien que se han portado conmigo», apuntaba este miércoles en su casa. Hay amigas que le han hecho una compra y otras tantas se le han ofrecido para lo que sea necesario. Lo dice mientras abre los armarios de la cocina y muestra sonriente cómo se los han llenado de comida. Una señora dejó su teléfono a la cajera del súper del barrio para que May se pusiera en contacto con ella. «A todos, gracias», les dice.
El problema es que todas esas ayudas sólo palían en parte su drama. Son pan para hoy y sólo para hoy. «Yo sé que la gente tiene sus problemas y sus familias, y no pretendo que me estén regalando comida, yo lo que pido, a quien pueda hacerlo, que me ofrezca la oportunidad de un puesto de trabajo», se justificaba.
Lleva tres años en busca y captura de uno, ha mandado cientos de currículos y ni siquiera le han dado el consuelo de una entrevista. «No me han llamado ni una vez, seguro que ven la edad, 49 años, y se echan para atrás». Y no lo entiende porque los años no sólo dan edad, también dan experiencia laboral, que es justo lo único que hoy le sobra a May. «A mí nunca se me han caído los anillos con nada, he sido comercial durante muchos años, fui la segunda mujer vendedora de vinos de Gran Canaria, técnico administrativo, cajera de supermercado, reponedora, etcétera». Si hasta limpia las escaleras de su bloque para que le sirva como pago de la comunidad.
Toda esa comida le resuelve el problema por unos días, pero no le da para pagar la hipoteca. Debe tres meses y el banco ya le ha dado un primer toque. Necesita a la desesperada un puesto de trabajo. Da su correo por si acaso. Es mayramirzcopin@gmail.com.
Y la PCI que no llega.
Con quien está de verdad enfadada May es con la administración. «Deberían hacer auditorías a los ayuntamientos». Le escuece que desde la semana pasada el Gobierno de Canarias le certificase que le debe tres meses de la Prestación Canaria de Inserción, la PCI (534 euros), y «que a estas alturas mi cuenta siga en rojo». Lo que ingresen irá para la hipoteca, pero el tiempo ya juega en su contra.