La sal del país, en vías de extinción
Cinco salinas le quedan a Gran Canaria, donde el arte de desalar el mar parece estar en vías de extinción. Viendo su pésimo estado, el PSOE lanza una alerta a través de una moción en la que solicita al Cabildo que declare BIC las tres que no lo son, recupere las rotas, revalorice el oficio y el producto y favorezca su escasa comercialización.
De las 22 personas que podrían ganarse en ellas el salario sólo lo hacen tres. Y de las 1.200 toneladas anuales que podrían producir operando al 100% sólo están dando 180. Esa es hoy la fotografía de un sector en vías de extinción, una industria que el Grupo Socialista del Cabildo quiere revalorizar, como bien etnográfico y como producto.
El secretario de la Asociación de Salineros de Canarias, Juan Lorenzo, explicó que, sin salir de Agüimes, las salinas de Arinaga (junto al puerto), Bocacangrejo y La Florida (junto a la playa de Vargas), son hoy las únicas en funcionamiento. Las del Bufadero (Arucas), las únicas sobre rocas, están casi inoperativas debido a los destrozos hechos por las mares de febrero, mientras que las de Tenefé, las mayores de la Isla, esperan a que su propietario, el Ayuntamiento de Santa Lucía, adjudique la concesión de su explotación durante los próximos 10 años.
Lorenzo destacó que el 85% de la sal consumida en Gran Canaria es de origen mineral, no marino.