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La puerta de entrada de la capital

La puerta de entrada de la capital

Jueves, 1 de enero 1970

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La playa de La Laja es la tercera en longitud de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, pero quizás la más olvidada. Durante muchos años ha sido la puerta de entrada y salida sur de la capital, pero apenas se han realizado infraestructuras para el disfrute de los bañistas. Pero en los últimos años, esa dinámica negativa ha cambiado.

La verdad es que pocas veces se han hecho mejoras y eso que es por donde pasa todo el mundo que quiera ir a la capital desde el sur y debería estar más cuidada», se lamenta Chago Ramírez mientras intenta pescar «algún cabosillo» con su caña en los riscos. Quizás la peligrosidad de sus corrientes marinas reducida ahora después de la construcción de un dique y el hecho de que por la tarde no llegue el sol a la arena porque se oculta detrás de la montaña, ha provocado que esta costa de arena oscura de 1.200 metros de longitud no termine de calar en el ciudadano como sí lo hacen Las Canteras e incluso Las Alcaravaneras.

Pero en los últimos años, sus usuarios han visto como las autoridades han invertido en la mejora del entorno con diversas acciones. Se eliminaron las edificaciones que había en el arcén, manteniendo sólo la torre, además de que adecentaron la avenida hasta llegar al parque superior en la zona más al sur, donde emerge como protagonista la escultura del Exordio del Tritón, obra del escultor Manuel González y que fue realizada bajo el mandato municipal de Jerónimo Saavedra.

La Laja siempre ha sido una playa vecinal, frecuentada por gente de los barrios del entorno como puede ser Zárate, Pedro Hidalgo, San Cristóbal o incluso Marzagán y Jinámar. «Eso es lo que le da encanto a la cosa», exclamaba Jonay Pérez, un joven que llegaba desde El Lasso. «Aquí nos vemos casi siempre los mismos y es casi como una familia donde nunca pasa nada y reina la tranquilidad para el que quiera pasar un rato agradable», dijo.

Pero el gran impulso de esta costa ha sido la construcción de las piscinas en la zona norte que, aunque aún no están finalizadas, se han convertido en el gran reclamo de La Laja. «Todos los días se llenan y la verdad es que ahora sí que da gusto venir», gritaba la Saray Peña desde la orilla mientras sorteaba las vallas que delimitan la obra.

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