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La promesa de la Granadera a la Virgen del Pino

Un artículo de Juan José Laforet, cronista oficial de Gran Canaria

Miércoles, 5 de septiembre 2012, 01:00

En agosto de 1812, hace ahora 200 años, se disolvía definitivamente la ‘Granadera Canaria’, aquel batallón de leales canarios integrado por 600 voluntarios de Gran Canaria bajo el mando del coronel Juan María de León padre del pintor Manuel Ponce de León, del que este año también se cumplen los 200 años de su nacimiento, y abuelo de Juan y Fernando de León y Castillo-, que se creó por orden del Cabildo General Permanente en enero de 1809 y partió para Cádiz en el mes de abril siguiente.

Tras intervenir brevemente en la campaña de Extremadura regresó a Cádiz con el ejército del duque de Alburquerque, donde participó en la defensa de la isla de León (hoy San Fernando) y en los prolegómenos de la batalla de Chiclana, en la que los expedientes militares mencionan la «acción de Santi Petri», en la que, fuerzas de este batallón integrado en la 4ª División al mando del General Zayas, que era oriundo de Cuba, ocuparon una posición avanzada bajo el fuego enemigo y atacaron a la fuerzas francesas con valentía, arrojo y al grito de «¡Viva la Virgen del Pino!», siendo distinguido por el mando en la Orden del Día con el sobrenombre con el que ha pasado luego a la historia, La Granadera Canaria pues había construido en dicha acción la batería avanzada que por Real Orden fue denominada como «Batería de Granaderos Canarios»-, y merecedor de la Cruz de la Medalla de la Batalla de Chiclana.

En aquella acción heroica bajo el fuego francés, «en la batería más peligrosa», «gritando todos ¡Viva la Virgen del Pino! Sin que a ninguno se le ofendiera, a pesar del tiroteo de los franceses, cuyo milagro lo predicó aquí el Señor Don Domingo Huesterling», todos los granaderos grancanarios hicieron la solemne promesa de, si salían con vida de aquella peligrosa incursión, ir a su regreso a la isla a visitar el santuario de Teror y llevar en ofrenda un manto a Nuestra Señora del Pino.

Ni una sola baja se produjo entre los grancanarios en un episodio que el propio general Castaños recogió en sus diarios y que un sargento llamado Juan Miguel Padrón, en una carta, relata como «nos tiraron 180 tiros y no lastimaron siquiera un hombre, fue un milagro patente de la Virgen del Pino».

Hoy este manto no se conoce, pero como le confirmó al doctor Gregorio Chil y Naranjo, fundador de El Museo Canario, el propio Sebastián Pérez Macías padre del novelista Benito Pérez Galdós que fue en la Granadera Canaria como subteniente de la 2ª Compañía, igual que su hermano Domingo, que fue como capellán de este contingente militar grancanario que también respaldó con decisión el propio Obispo Verdugo- muchos de aquellos granaderos cumplieron su promesa, visitaron la basílica de Teror y escucharon misa devotamente, en la que sus hazañas fueron recogidas y exaltadas por el mencionado sacerdote Domingo Huesterling en su sermón de aquel 8 de septiembre de 1816 ante la sagrada imagen de Nuestra Señora del Pino.

Ahora cada año los que son sus herederos, las fuerzas del Regimiento de Infantería Ligera Canarias numero 50, al acompañarla en su procesión y desfilar ante ella, renuevan en alguna manera esta promesa de fervor a la Patrona de Gran Canaria que un día le hicieran, en pleno fragor del combate, los valientes militares de la Granadera Canaria, cuya bandera coronela, bordada en esta isla, se conserva en la Casa Museo Colón y una réplica de la misma enarbola el mencionado Regimiento actual en actos solemnes.

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