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La noche más triste de la Tao

La noche más triste de la Tao

Marta Ramos

Jueves, 1 de enero 1970

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En pleno periodo navideño, en el que en las discotecas de moda no cabe ni un alma por las cenas de empresa, las fiestas de Nochebuena o de fin de año, en la Tao, el punto de encuentro en la capital grancanaria de populares y simpatizantes, se celebró anoche una fiesta para dormirse.

Llegué a las ocho de la tarde, y lo único que había, al margen de la gran expectación de los periodistas, era una pantalla y cinco señoras afiliadas o afines al PP siguiendo los resultados. Al ritmo que Podemos subía en el número de escaños, menos podían disimular los simpatizantes de la derecha su preocupación ante el nuevo escenario político que la ciudadanía pidió ayer. "No puedo con el coleta, si su padre era terrorista", comentaba una señora incrédula.

Llegaron las nueve de la noche y corría el escrutinio y allí seguía sin haber un alma. Pero sí canapés como para 200.000 personas. Al 95 % del recuento, los periodistas en voz alta hacían números para tratar de adivinar los distintos escenarios posibles, y mientras, con unos resultados que eran la crónica de la muerte anunciada del bipartidismo en España, y que, a priori, apuntaban a la ingobernabilidad del país, los cinco simpatizantes del PP seguían en su burbuja orgullosos de los resultados y sin hacer autocrítica tras el varapalo sufrido por la formación.

Todo cambió cuando a las once y media apareció Soria con dirigentes del partido, que habían estado en la sede electoral analizando los resultados. Aplaudido por todos y a grito de "en Canarias no sabemos comer con la izquierda", mantuvo el tipo, felicitó y animó a los suyos.

Hasta ese momento, lo más comentado de toda la noche era la caída de unos cascotes sobre un coche, y no es broma. Que se lo pregunten si no a los dos señores que se quedaron dormidos durante el discurso de Rajoy.

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