La madre que une a toda una isla
4 de julio de 2013, ocho de la tarde. Mientras Valverde bulle como solo lo hace cada cuatro años con la multitud de visitantes, en La Dehesa la Virgen de los Reyes reposa solitaria en su altar de la ermita que lleva su nombre. El cielo es de un azul imponente y una pequeña manada de ovejas recuerda que esa es tierra de pastores, cuyos antepasados recogieron en 1546 una talla llegada de un barco que se convirtió en un lazo que ha unido a todos los herreños tras el voto sagrado que sellaron en 1741.
Faltan dos noches para que la Virgen inicie su peregrinaje cuatrianual a la Villa y Micaela Gutiérrez, nacida en El Golfo y residente en Tenerife desde hace más de 30 años, arregla las flores junto a la imagen. Dicen que la Bajada es el punto de encuentro de los isleños, familias que se reúnen, emigrantes que vuelven para hacer el camino de fe y tradición. Hay otros encuentros inesperados, como el de Micaela con esta periodista. Hace cuatro años protagonizó un reportaje como símbolo de la devoción de los herreños a su Madre Amada, del cumplimiento de promesas a la patrona. Había tenido un cáncer y pasado por momentos muy duros. Los cuatro días previos a la Bajada durmió en una pequeña habitación junto al templo para acompañar a la Virgen, rezarle, cuidarla y agradecer que había logrado seguir adelante. Y hasta la madrugada de hoy volverá a estar a la vera de la patrona, cuatro años después, en la misma pequeña habitación. Esta vez le acompaña su marido, Vicente Magdalena, y ya no tiene que pedirle por su salud, sino por la de todos sus seres queridos. La enfermedad se ha ido, la fe continúa.