La eterna juventud de Valerón
Lunes, 20 de julio 2015, 02:14
El pasado 17 de junio, Juan Carlos Valerón cumplió 40 años y, ahora, tras prolongar una temporada más su contrato para jugar con la UD en Primera, vive una nueva pretemporada. A pesar de su edad, el de Arguineguín sigue disfrutando del fútbol y lo demuestra en cada entrenamiento.
Como si fuera un canterano recién llegado a la primera plantilla, El Flaco aún sigue afrontando cada día sin pensar que puede ser el último o que ya no puede aprender más. «Me planteo cada entrenamiento con la idea de seguir adquiriendo conocimientos», reconocía el propio futbolista hace unos días al comparecer en rueda de prensa. Físicamente, como es lógico, no tiene la frescura que tienen otros compañeros, y en ejercicios donde el balón no está presente sufre algo más, pero cuando el esférico es el protagonista, la magia que el mediapunta grancanario tiene en sus botas salta a la vista. Capaz de encontrar pases imposibles, de recortes y fintas únicas, pero, sobre todo, como si la pelota fuera pegada a sus pies.
Todos los compañeros sienten devoción por él. Más allá de ser uno de los mejores futbolistas que el Archipiélago ha tenido en su historia, Valerón es un maestro y en estas épocas de la temporada, con el equipo concentrado, se puede apreciar ese carácter de enseñante que tiene, pues constantemente aconseja a los demás futbolistas y trata de ayudarles, desde el más veterano, al último canterano que se ejercite con los profesionales.
A sus 40 años, el de Arguineguín demuestra al mundo entero que por mucho que pase el tiempo, la calidad y el talento se mantienen. Además, es todo un reclamo para la afición. Allá donde va, El Flaco es el jugador más solicitado por los hinchas, que admirados por su fútbol y por su prolongada y exitosa carrera profesional le reclaman constantemente para sacarse fotos con él o para pedirle autógrafos. Sin una mala cara o reproche, trata de complacer a todo el mundo con una paciencia infinita. Hablar de Valerón es hacerlo de un genio dentro y fuera del césped.
En el club encuentran fácil explicación a su prodigiosa longevidad. «Vive por y para el fútbol, lejos de los terrenos de juego lleva una vida ejemplar, cuidando al máximo alimentación y descanso, y, por si fuera poco, nunca ha perdido la humildad y la cercanía. Día a día es un ejemplo en lo que hace y en sumar al grupo, tenga más o menos protagonismo. Un profesional enorme, una bendición para todos», aseguran complacidos en la UD.
