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La cala semisalvaje de los fondos

María José Pallarés

Lunes, 29 de julio 2013, 13:42

La cala de Cabrón, a 2 kilómetros de Arinaga, en Agüimes, es reserva marina y está entre las 10 mejores del país para la práctica del buceo. Está rodeada de un desértico paraje protegido y a los pies de la montaña de Arinaga. El bañista llega desde toda la isla eclipsado por su arena rubia y aguas cristalinas.

Es fácil llegar hasta Cabrón, y vale la pena hacerlo. Las únicas trabas las representan el acceso a la playa, que lejos de romper con las barreras arquitectónicas, solo puede hacerse por un camino de cabras fruto del abandono de la zona. Aún así, es apta para toda la familia. Sus aguas son tranquilas y no hay mucho oleaje en la zona norte.

La playa que debe su nombre a don Hernández de Cabrón, regidor de Cádiz y conquistador de buena parte del Sur y Este de Gran Canaria, está orientada al sureste y a 2 kilómetros de Arinaga. Se puede acceder en coche, bicicleta, o incluso, a pie, aunque esta última práctica es poco aconsejable en verano debido al fuerte viento y particularmente en el paraje natural protegido zona abierta y semidesértica que escuda toda la costa en dirección norte, desde Arinaga, pasando por Cabrón y culmina en Vargas.

Antes de iniciar el recorrido hacia la playa deben asegurarse de que llevan una nevera con lo imprescindible, líquido y alimento, si van a pasar el día. En Cabrón no hay bares ni restaurantes, ni una pequeña tienda. Sólo una hilera de apartamentos en la cara norte de la cala y algunas construcciones empotradas en la roca -muchas con aspecto de abandono- en el resto de los 290 metros de playa. Es el único reducto de civilización que empaña la fotogénica imagen de Cabrón, salvo la gigantesca edificación en la corona sur de la playa, el albergue de Arinaga.

Hace unos años una parada obligatoria antes de llegar a Cabrón era el faro de Arinaga, enfrente del Roque. Ahora, rehabilitado, está cerrado al público al quedar vacío el concurso de adjudicación de servicio que hizo el Ayuntamiento de Agüimes.

Cuando por fin llegas a la playa -aconsejable la zona norte en verano por estar resguardada del viento- todo es un remanso de paz. Arenas rubias, el mar tranquilo, aguas verdes cristalinas. El día de playa no ha hecho más que comenzar.

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