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La asfixia de Salto del Negro

La asfixia de Salto del Negro

Lunes, 20 de julio 2020, 07:00

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El vertedero de Salto del Negro da servicio a trece municipios de Gran Canaria y su filosofía de funcionamiento, grosso modo, es sencilla: lo que no se recicla, se entierra. Sus puertas dejan entrar cada año unas 511.000 toneladas de residuos, de las que 292.000 aproximadamente son las que hay que enterrar

Este nivel de producción y acumulación tiene un impacto serio en el territorio, tanto que podemos estar ante el problema medioambiental más grave de Gran Canaria en estos momentos, si se incluye en el saco la situación de Juan Grande.

Ocurre a nuestras espaldas pero la insostenibilidad de Salto del Negro es manifiesta. Tanto es así que, según recoge el propio plan insular, el vertedero capitalino no cumple con el real decreto que regula la eliminación de residuos mediante depósito en vertedero. De hecho, tenía que haber sido cerrado antes de julio de 2009.

Sin embargo, la práctica imposibilidad de encontrar un nuevo espacio para otro vertedero en una isla con un alto grado de protección paisajística ha condenado a la perpetuidad al vertedero de Salto del Negro. Como afirma el consejero de medio ambiente del Cabildo de Gran Canaria, Juan Salvador León, «no podemos seguir haciendo vertederos porque carecemos de suelo».

La situación se agrava con la «nefasta» gestión que está haciendo el Ayuntamiento de las instalaciones, como explica la concejala de Compromiso Nardy Barrios, quien no duda en calificarla como «el mayor desastre del mandato de Jerónimo Saavedra». Como ejemplo de ello, expone la situación de la maquinaria que se encarga de compactar la basura: había dos máquinas que hacían esta labor pero llevan averiadas un año una, y año y media la otra, sin que el Ayuntamiento haya hecho nada para repararlas.

Lo que hace, en cambio, el Consistorio es alquilar maquinaria externa para realizar esta función, lo que cuesta a los ciudadanos unos 36.000 euros. Pero este despilfarro no es lo más grave. Según los expertos consultados, «como no se compacta basura, cada vez ocupa más espacio y se va acercando de manera preocupante hacia las viviendas de Salto del Negro». Hay que tener en cuenta también que el hecho de que no se aplaste bien la basura puede favorecer la generación de bolsas de metano como consecuencia de la descomposición de la materia orgánica, lo que puede resultar peligroso puesto que podría provocar incendios.

La concejala responsable de este área en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria es Inmaculada Medina, quien prefiere guardar un sospechoso silencio respecto a la gestión del vertedero, pese a que este periódico intentó conocer su versión en varias ocasiones distintas.

Los que no se callan, sin embargo, son los vecinos del barrio de Salto del Negro, que contemplan, preocupados, cómo crecen las montañas de basuras a sus espaldas. «El vertedero casi llega ya a la circunvalación y, por abajo, está ya a la altura del huerto escolar, cuando antes no se veía ni el fondo del barranco», explica Juan Espinel, representante vecinal, «ya esto tenía que estar cerrado, pero siguen utilizándolo». Según comenta, «para el barrio esto no son sino moscas y, cuando hay tiempo sur, malos olores».

El Cabildo de Gran Canaria pretende habilitar un nuevo vaso en Salto del Negro que permita el desahogo del complejo. «Daría para diez o quince años, aunque podría multiplicarse por dos o por tres si diéramos un tratamiento integral», se refiere el consejero Salvador León a la planta de biometanización, «deberíamos dar un mejor tratamiento a los residuos, de modo que al vertedero vaya lo imprescindible».

La situación, por mala, no es sin embargo nueva. Y una parte de la responsabilidad de la misma recae también en los ciudadanos. Hay que recordar que Las Palmas de Gran Canaria es la capital del país que más kilos de basura genera por habitante y esto tampoco es sostenible.

«El Ayuntamiento», explican fuentes municipales, «también es víctima de esto porque además se tiene que encargar de la gestión del vertedero por un acuerdo al que llegó José Manuel Soria cuando era alcalde». Por este convenio, la ciudad sólo recibe unos 300.000 euros al año.

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