Fito Cabrales: "Me parece raro que no haya más protestas"

Hace dos años que no daba un concierto. He estado en casita, tranquilo, no olvidándome de la música, pero sí de las giras y de la vida que conllevan. Apartarse es necesario. Cuando te acostumbras a estar en casa, te tienes que ir. Hay que poner el chip de gira y es lo que nos apetece hacer.

¿Cómo lleva la vuelta a la carretera? Está siendo estupendo. Empezamos el fin de semana pasado. Hemos trabajado un montón y estaba muy nervioso por volver a tocar, volver a decir: ¡apa! ¡Si soy cantante! Aunque estaba bastante nervioso, no pudo salir mejor. Como hemos cambiado grande s recintos por auditorios y teatros, me siento más a gusto. No quiero decir que no vaya a hacer más pabellones, pero ahora me viene muy bien este formato.

Supongo que podrá ver mejor la cara a su público. Cuando canto, sí que estás mirando algo, pero no miras a nada. Te metes dentro de la canción para hacer sintonía con ella. No es un concierto como los otros. La gente que va solo quiere escuchar música. Te está examinando de otra forma. No van a bailar. No van a fumar. Lo que les queda es la música, todo lo que has trabajado y todas las historias que los entretienen no están; no hay pantallas, ni movimiento y ni luces.

¿Podrá mantener sentado al público? Esa es la intención. Nos parece que sí es fácil. También hemos trabajado muy duro para que suenen cosas diferentes. No me voy a plantear una gira acústica al uso, en la que salga yo con una guitarra y cante todas las canciones. Esta gira es todo lo contrario. Queremos tocar para gente que está sentada y que sea entretenido con muchos cambios de instrumentos y sonoridades. A nosotros se nos pasa el concierto muy rápido.

Dicen que en Oviedo estrenaron instrumentos. Hace mucho tiempo que lo teníamos claro. Carlos y yo empezamos a jugar, y a ensayar sin banda. Tratábamos de coger canciones olvidadas y las más actuales. Eso te obliga a tocar la mandolina, el banjo... No queríamos sonar muy fuerte. Para el auditorio estos instrumentos tienen un volumen bueno. Javi, en lugar del saxo, toca el clarinete. El batería tuvo que buscarse la vida. Ha dado mucho trabajo, pero ha sido divertido. Te obliga a cambiar el sonido. Sabes que no puedes llevar unos amplis Marshall porque vas a molestar.

Casi todas las localidades se han vendido. ¿No le afecta la crisis? Claro que me afecta, lo que pasa es que, gracias a Dios, siempre tenemos el interés del público. Pero sí me afecta y directamente. Suben los precios de todo. Por poner el precio de las entradas en los teatros más caras que en los pabellones, nos pusieron verdes. Y, con el IVA, al final nos hemos comido parte de la subida. Me afecta también porque consumo música. Me quejo como artista y como público.

¿No le apena que mucha gente no pueda ir al concierto por no poder pagar la entrada? Siempre te queda pena. No me voy a alegrar porque alguien quiera verme y no pueda. Voy por la calle y me dicen que no me vienen a ver porque están en el paro. No sé, pues vota a otro. ¿Qué quieres que haga? No puedo bajar esta gira. Los auditorios y los teatros cuestan una barbaridad alquilarlos, la producción que llevamos es cara. Vamos seis músicos. No está pensada para ahorrar, pasamos de 15.000 espectadores a como mucho 2.000 butacas. Los precios se tienen que resentir. Entiendo perfectamente la situación. No vivo en Jamaica. Mis amigos tienen problemas. La gente me lo dice: iría a verte, pero no puedo porque la entrada me resulta cara.

Miles de personas salieron a rodear el congreso. ¿Qué le parece? A mí lo que me parece raro es que no pasen más cosas. Me da cosa, porque todo viene envuelto en miedo; miedo a perder el trabajo, a manifestarse... Pero todo se cura, al final, cuando solo queda la opción de echar para alante. Uno solo tiene valor cuando tienes miedo. Algo tendrán que hacer. No me gusta que pasen cosas y ni que se prendan los coches, pero algo tiene que pasar. No puedes meter el dedo en el ojo mucho tiempo sin que haya respuesta.

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