El tritón de La Laja, crónica del traslado
Viernes, 25 de marzo 2011, 14:09
Mide 10 metros de altura hasta la punta de la caracola y pesa poco más de cinco toneladas. Con semejantes proporciones cabe esperar que el traslado de ‘Exordio el tritón’ desde el taller de Tenoya, donde nació, a la punta del Palo de La Laja, el lugar en el que se quedará a vivir, fuera una tarea complicada.
Este miércoles por la mañana hubo zafarrancho en la nave del taller de fundición Funcho Esculturas Había que terminar de pegar el bucio por el que sopla el tritón. Después, una vez acabada la parte frontal de la estatua, darle la vuelta para colocarla boca abajo y realizar varias operaciones pendientes en la parte posterior.
Manolo González, el escultor, destaca la pericia de Emilio Bernardes, el jefe del taller, y, para dar idea de la complejidad del proceso, explica que mientras la grúa daba la vuelta a la pieza de 10 metros de largo y cinco toneladas de peso, las diez personas que estaban en la nave guardaron un «silencio absoluto».
González, medalla de plata en la 7ª Bienal de Florencia por otra gran figura masculina y autor de varias obras públicas como el delfín -Homenaje a Custeau es su nombre en realidad- de La Puntilla, o el Doble Giro de la rotonda de La Ballena, recibió la primera propuesta poco más de dos año antes de esta noche de finales de marzo en la que Exordio el tritón tomó rumbo a La Laja, todavía manco del brazo derecho pero ya completamente formado.
La figura mitológica salió del taller de fundición de Antonio Rodríguez, con el que Manolo González trabaja desde 1996, tumbado decúbito prono en la plancha de un camión grúa, que le quedaba pequeño. Tanto que a partir de los muslos llevaba las piernas en el aire, pero un vehículo más grande no habría podido maniobrar en la nave de Tenoya, donde está la fundición y donde trabajan, además del dueño y de Emilio, el jefe, Kiko, el más veterano, Carlos, Acaymo, Alby, Gotzon y Tati, la única mujer del grupo. Si darle la vuelta costó 45 minutos, colocarlo en el camión pequeño fue cosa de hora y media. Sobre las 22:00 horas llegó el vehículo grande con la plancha a la puerta del taller y antes de las once ya se había realizado el traslado de uno al otro vehículo. Para hacerlo los colocaron uno junto al otro, como cuando se pone la camilla pegada a la cama para pasar al enfermo, sólo que éste enfermo pesada más de cinco toneladas y hubo que utilizar una grúa.
Exordio el tritón cruzó media ciudad sin el brazo derecho, con el que apuntará hacia Las Palmas de Gran Canaria cuando esté erguido y en su sitio, porque habría sido imposible de transportar. Aún sin brazo, el camión y su carga, que iban escoltados por la policía municipal, ocupaban carril y medio.
González, que vuelve a mostrar con esta obra su fascinación por el mundo clásico, explica que con el brazo derecho colocado la envergadura -la medida desde el codo izquierdo a la punta del dedo índice- es de seis metros, demasiado ancho para circular por la ciudad.
Pasada la medianoche , los dos vehículos llegaron a la punta del Palo, en el extremo sur de la playa, y comenzó la operación de descarga, a la luz de una luna huidiza.
Tras la colocación del brazo, al tritón se le pondrá la cola para después colocarlo de pie. La cola, explica el artista, es el tercer punto de apoyo de la figura. Si todo marcha como está previsto, hoy se erguirá el dios marino y quedará anclado en la punta del Palo. Con el brazo derecho señalará a la ciudad y con el izquierdo sostendrá la caracola para tocarla «de cara a la gente», como dice González.
Aún queda trabajo por hacer. El escultor estima que el conjunto necesitará de dos semanas más de trabajo. Falta poner la ola.
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