El petróleo aclara
El anuncio realizado por Repsol de que abandona las prospecciones en aguas canarias porque sólo ha encontrado gas, no petróleo, que no ofrece las garantías de que la explotación sea rentable, no puede enterrar el debate surgido en las Islas tras la autorización dada por el Gobierno español a la petrolera, sobre el futuro energético de esta tierra, salvo que se quiera seguir instalado en la banalidad.
Algunos interesados ya argumentan que la polémica habida en Canarias en torno al petróleo, después de que Soria diese el plácet a los sondeos, ha sido estéril. De ninguna manera. Sólo el nivel de implicación ciudadana habido en el asunto la justificaría; por no hablar de que ha servido, además, para aclarar y dejar en evidencia no pocas maneras de no pocos hacedores públicos.
Para empezar, hubo quien entendió el debate traicionando el primer precepto de cualquier confrontación civilizada de pareceres que se precie, que no es otro que se debate para convencer, no para vencer. Y en este asunto, la población de esta comunidad comprobó, desde el primer momento, que el argumentario que venía desde Madrid terminaba reduciéndose al ordeno y mando. El que aquí valga y en las costas de Levante o Baleares no, quedará para la historia.
Ha servido también para dejar constancia de que los hay sin reparos en denunciar cambios de opinión de sus adversarios, con ardides torticeros muchas veces, cuando ellos no han dudado en jugar cuando menos a la confusión, si no al engaño.
Empezaron diciéndonos que a 60 kilómetros se encontraba poco menos que Eldorado. Con precisión pasmosa, el ministro de Industria, José Manuel Soria, afirmó que de aquellos pozos petrolíferos saldrían más de cien mil barriles diarios, que significarían el 10% de la demanda petrolera española, y que se crearían decenas de miles de puestos de trabajo. Luego los bajaría hasta dejarlos en 5.000.
Como quiera que el tema era de interés nacional no había discusión posible. No cabía demanda alguna de que parte de los dineros obtenidos en las extracciones repercutiesen en las arcas isleñas. Canarias nada tenía que decir. Era asunto de Estado. La contestación, que sí sirve, forzó un tibio cambio. Habría algo de dinero por la vía de un nuevo tributo, lo que asombró a Repsol, que no entendió la variación de reglas.
Tampoco han tenido empacho en decirnos, ya por último, incluso con insolencia, que lo que era sí o sí, no era más que un estudio para saber si en esos fondos hay o no recursos petroleros, algo que cualquier país razonable no puede despreciar, ocultando que el permiso a los sondeos da derecho a quien lo realiza a la explotación si así lo considera.
No hay petróleo y sí gas, nos dicen, pero en estos momentos no hay garantías de que la extracción sea rentable. Esperemos que la decisión no sea coyuntural, atendiendo a los tiempos económicos, lo que sería razonable, vista la caída de los precios de los hidrocarburos; pero también, a los tiempos políticos, con elecciones en vísperas, a las que no vale llegar con una papa caliente como el petróleo.
Claro que ha servido el debate petrolero, además para constatar la mayoritaria apuesta de la ciudadanía por un futuro más limpio, que vaya limando la dependencia energética y desarrollando alternativas menos contaminantes. Luego, el asunto sigue abierto.
@VicenteLlorca