El patrimonio
El jueves se cumplieron cuarenta años de la declaración de Vegueta como conjunto histórico artístico nacional, efemérides que sirve como excelente disculpa para volver a reencontrarse con ese «espacio amado y admirado», como gusta decir a Jerónimo Saavedra, que fue el embrión de esta cosmopolita ciudad de Las Palmas de Gran Canaria que hoy habitamos, pero también primera urbe de Occidente más allá de las columnas de Hércules, la primera nacida en el camino hacia el Nuevo Mundo.
Vegueta fue el germen de la sociedad nueva que cobijó todos los movimientos artísticos que se han sucedido en Las Palmas de Gran Canaria. Ahí quedan huellas medievales, además de muestras de gótico tardío, renacimiento, barroco, neoclasicismo, modernismo y estilo colonial, lo que le da esa especial atmósfera singular, original y única que la envuelve, como le he leído a Maximiano Trapero.
Vegueta es pasado, es historia. Acogió el epicentro social y de poder de Castilla fuera del continente, antes de la conquista americana. La plaza de Santa Ana, con todos los poderes presentes en ella, el político con el Ayuntamiento, el judicial con la Casa Regental y el eclesial con el Obispado, bajo la omnipresencia de la Catedral, es el mejor y más clamoroso ejemplo de lo que luego sería el diseño urbanístico implantado al otro lado del Atlántico. Sin olvidar las mansiones señoriales, los conventos, los cuarteles, mercado y sus recoletas calles que se remontan, con pocas variantes, a los siglos XV y XVI y que revelan la personalidad histórica de la ciudad.
Pero Vegueta también es presente. Es legado y ha de ser orgullo, pues atesora suficientes valores excepcionales como para enaltecerla y promoverla. Es, en resumidas cuentas, patrimonio. Por eso, al margen de las bienvenidas actividades en pro de la dinamización de la zona de los últimos tiempos, sonroja que se haya consentido la demolición de casas centenarias o la eternización de las obras de adecentamiento del barrio, dando categoría al dicho popular de «es como la obra de Santa Ana», en referencia a la inconclusa Catedral que sigue a la espera de su remate.
Vegueta es pasado, es presente, es eterna en la medida en que simboliza el alma colectiva. Es patrimonio. Y coincidiendo con el cuarenta aniversario de su declaración oficial como casco histórico se desata una polémica en Gran Canaria, a cuenta de la decisión del Cabildo de incoar un procedimiento para declarar como Bien de Interés Cultural, en la categoría de sitio histórico, el palmeral de Maspalomas y su entorno, lo que ha encorajinado a algunos, que blandiendo el poder de don dinero tampoco les ha importado aventar las más bajas pasiones insulareras.
El patrimonio no es sólo inmobiliario y financiero, también es natural, arqueológico, histórico, artístico, etnográfico y éstos también generan riquezas.
P.D: El recién abierto parque arqueológico del Maipés en Agaete es otro magnífico ejemplo de patrimonio de mucho valor.
