El nacionalismo canario ante el Estado
Lunes, 9 de noviembre 2015, 11:12
La secesión de Cataluña es el mayor reto que tiene España en su etapa democrática y la que puede transformar el Estado, en un futuro no muy lejano. Una situación de envergadura que los nacionalistas canarios afrontan enfrentados, divididos y vencidos en las urnas. Las advertencias de Paulino Rivero en su blog y otros acontecimientos judiciales, son sólo la punta de iceberg del conflicto interno de Coalición Canaria y su vuelta a un pasado insularista. Un quebranto al que hay que añadir otro: un claro retroceso en su identidad ideológica, claramente escorada hacia la derecha, y la renuncia a elementos configuradores de su identidad que la ha distinguido del resto de partidos políticos, como su constante reivindicación al Estado y su colaboración con la gobernabilidad, que tan buenos resultados ha dado en otro tiempo.
Un tercer factor, no menos importante, es el retroceso electoral constante de Coalición Canaria a lo largo de los últimos años, tanto a nivel local, como en las elecciones generales. Aquellos cuatro diputados de la era Aznar son un sueño irrepetible para la formación. En 1993 y 1996 CC obtuvo cuatro escaños, uno de cada cuatro votos emitidos en Canarias. Cuatro años después, en el 2000, logra el mismo resultado. En 2008 comenzó el retroceso electoral, colocándose por debajo del 22% y en 2011 sufrió un revés inesperado con 165.000 sufragios menos, un 58% frente a un PP absolutamente fortalecido con 445.000 votos. Mientras, en el Senado la formación obtuvo un solo senador, frente a los 7 del PP y los 3 del PSOE. Es la peor crisis de CC después de la llegada de Adán Martín al Ejecutivo, la ruptura del partido y el nacimiento de Nueva Canarias. En esta última etapa, sólo en las islas occidentales, el feudo de CC, desde 2008 a 2011, ha pasado del 29% de los votos al 19%, mientras que en Gran Canaria, NC ha ido subiendo peldaños hasta alcanzar más de la mitad del poder local.
Son sólo retazos numéricos de una realidad. El nacionalismo de CC ha perdido fuelle y no logra remontar a pesar de mantener el poder en la Comunidad como consecuencia de una ley electoral muy cuestionada por los ciudadanos. En estas próximas elecciones, no sólo se enfrentan en solitario y divididos, sino que también deben afrontar el reto que impone la aparición de nuevas formaciones, como Podemos o Ciudadanos, y lo que es más grave, que Nueva Canarias, el socio natural, se presente con el PSOE. Es un drama para el nacionalismo la falta de acuerdo entre los dos partidos y supone un auténtico quebranto para el futuro inmediato de Canarias. Que el nacionalismo se presente frente a los acontecimientos de calado que se derivan del reto independentista catalán absolutamente dividido, deja en manos de los partidos nacionales el modelo canario que pueda surgir del debate territorial y fiscal del Estado. Es para rasgarse las vestiduras y para que quien ve venir los acontecimientos, los ponga sobre la mesa de debate, como ha hecho el expresidente del Gobierno canario, Paulino Rivero, quien, por cierto, tampoco propició la unidad nacionalista en los años que estuvo al frente del partido.
Los mejores momentos para Canarias, frente al Estado, a lo largo de la historia, se han fraguado en manos de valedores en Madrid. Próceres que han hecho significar los derechos de las Islas, con una visión estratégica, digna de encomio, entre los que destaco a Fernando León y Castillo y algunos líderes políticos de igual rango como Franchy Roca. Desgraciadamente, en la etapa democrática no ha surgido ningún líder canario con el suficiente arrojo para defender a Canarias y ese papel ha quedado en manos de un nacionalismo no convencido, dividido, desprovisto de sustento ideológico, unido por intereses demasiado localistas y al calor del reparto del poder y del dinero. Un nacionalismo que amarra a sus votantes con una gestión caciquil en cabildos y ayuntamientos, que le permite seguir sobreviviendo en las instituciones regionales a pesar de que las urnas los colocan como tercera fuerza política. Es un auténtico drama para Canarias que en esta etapa no haya surgido un líder, un estadista o un partido con capacidad para unir a los canarios y para hacer frente a los retos de futuro anclados al Estado español; y si han despuntado han sido sepultados por una miserable política, escasa de visión general de nuestro futuro y sin ímpetu intelectual alguno.
Aun así, este pobre nacionalismo que nos queda, ha sido el único poder político que se ha enfrentado al Estado o ha intercambiado sus diputados por mejoras económicas, aportando sus votos a los del gobierno de turno, mientras el resto de representantes canarios de los partidos nacionales y altos cargos, fundamentalmente PP y PSOE, se han plegado a los intereses de sus respectivos partidos, olvidando los de Canarias. En algún caso, como el de Juan Fernando López Aguilar o José Manuel Soria, no les ha temblado el pulso para castigar a Canarias desde sus ministerios y su influencia en sus gobiernos y partidos políticos. ¿Serán estos personajes los que afronten los retos del futuro? Evidentemente no, no tienen fuerza ni capacidad, ni voluntad personal de poner su poder al servicio de los canarios atados por la política nacional a la que Canarias interesa muy poco.