El laberinto de CC y el PSOE
Domingo, 20 de septiembre 2015, 01:00
Coalición Canaria (CC) no puede estar contenta de la trayectoria electoral de los últimos comicios, aunque el fracaso haya sido maquillado con el pacto de Gobierno que les ha permitido mantener la Presidencia, además de aprovechar la debilidad y el miedo del PSOE para envalentonarse, imponer sus criterios y convertirse en únicos arrieros del debate político. De cara al futuro debe estar grabado a fuego en la conciencia de todos los grupos que conforman CC que las últimas elecciones han confirmado el declive del partido con la pérdida de más de sesenta mil votos, cuarenta mil de ellos en Tenerife, baluarte indiscutible y centro de poder de los nacionalistas. Han salvado, por los pelos, bastiones importantes como Santa Cruz de Tenerife o la Laguna, donde pasan de 13 concejales a 7 y han perdido otros municipios trascendentales como Puerto de La Cruz o Los Realejos. En La Palma, otro de los feudos históricos, ha dejado de ser primera fuerza política y pierde Los Llanos, uno de los municipios más importantes de la isla. En Gran Canaria salvó los muebles con un retroceso importante y perdió la única Alcaldía que controlaban, Guía, ahora, de facto, en manos de Nueva Canarias. El Hierro es un hervidero de conflictos y en La Gomera perdieron San Sebastián. En Lanzarote registraron un retroceso importante, al margen de una división interna que no sabemos como terminará. Dónde único se mantiene cierta estabilidad en el voto nacionalista es en Fuerteventura, pero el grupo heredero de Asamblea Majorera, está roto por varios frentes. La pérdida de poder e influencia en Madrid es la clave de bóveda de la existencia del nacionalismo constitucionalista después de la Presidencia del Gobierno y ésta se ha perdido de forma irremediable con la mayoría del PP. Este es uno de los factores más importantes de la existencia de CC y el tiempo y las encuestas auguran que podría perderlo definitivamente o pasar a la absoluta irrelevancia con un solo diputado. El nacionalismo, que abandera en estos momentos Fernando Clavijo, debe ser generoso en su reflexión interna y en la autocrítica y dejar sentado que CC ya no es lo que era, ni en Canarias, ni en Madrid. Los partidos nacionales respetan a un grupo minoritario cuando son necesarios para la gobernabilidad o cuando son útiles para sus fines políticos, como creo que está ocurriendo ahora. La mimetización de CC con los populares y la estrategia de Nueva Canarias, que cada día ocupa más espacio nacionalista, además de contar con los socialistas para ir juntos a las Generales, puede causar estragos en el electorado de Coalición Canaria. Lo que debe preocupar al nacionalismo es su propia supervivencia y no equivocarse de estrategia a largo plazo en sus aspiraciones políticas y en las de los canarios. Arriesga mucho Fernando Clavijo con la estrategia política de guante de seda, “buen rollito” y “buenismo” con el PP y con el Gobierno del Estado en vez de trazar una línea claramente nacionalista de defensa permanente de las peculiaridades canarias para que nadie robe su identidad y su espacio político. En su estrategia, el nacionalismo de CC, si quiere sobrevivir, no puede permitirse el lujo de errar en su objetivos políticos a medio y largo plazo. No sé si en CC, más allá de los problemas del pacto, alguien está pensando en los importantes cambios que se avecinan en el Estado, que tarde o temprano terminarán abriéndose camino, sobre todo en la cuestión territorial, y en quiénes serán los protagonistas políticos de ese cambio, si el PP en su habitual inmovilismo o los partidos emergentes, el nacionalismo catalán y vasco y el PSOE, dispuestos a reflexionar y abrir vías a un futuro de España distinto al que ahora vivimos. El problema Catalán, pierdan o ganen los independentistas, ha abierto una brecha importante que llevará, irremediablemente, a cambios, ante los que el nacionalismo canario debe estar preparado y bien situado políticamente, con las ideas claras y un proyecto para Canarias y su encaje en el futuro de España. El PSOE de Patricia Hernández tampoco está jugando en el pacto un papel relevante, fuerte, acorde con su fuerza electoral, sus convicciones y sus intereses electorales. El miedo a perder el Gobierno le ha llevado a echarse en manos de CC, encubriendo su estrategia, renunciando a su hegemonía e independencia política, dejando a sus agrupaciones a los pies de los caballos. La escasa voz del PSOE en el Gobierno y en la política regional es preocupante, como lo es la descomposición interna con un secretario general en retirada y casi avergonzado de la organización y una candidata parapetada detrás del nacionalismo de CC intentado pasar desapercibida para llegar, inmaculada, al Congreso Regional en el que se promoverá para la Secretaría General. De otra forma no se explica que abran el camino a José Manuel Soria sin rechistar, que se dejen puentear con Pedro Sánchez en todos y cada uno de los conflictos que mantienen, o que permitan atropellos como el de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna o el Cabildo de Lanzarote y que sea CC quien marque el camino de su futuro y la estrategia de la política regional desde una manifiesta deslealtad en el pacto. El punto álgido de la debilidad del PSOE ha quedado de manifiesto en el conflicto por la moción de censura de Frontera, obligado a recular y con amenazas tan graves como romper el pacto. Patricia Hernández da la impresión de que ha claudicado, de que se ha echado en manos de sus socios de Gobierno, de que actúa como cómplice de políticas que nada tienen que ver con su ideario y que abren el camino a su principal rival electoral, el PP, todo a cambio de que no la echen del Gobierno. En toda esta fiesta que viven CC y el PSOE, a quien hay que felicitar es a José Manuel Soria. Es perro viejo y tiene los colmillos bien afilados para la política, dispuesto a hincarlos en carne fresca. En poco tiempo y sin mucho esfuerzo, ha logrado llevar a su regazo al nacionalismo de CC con la excusa de las debidas buenas relaciones con el Estado. Ha aprovechado la revoltura, inocencia, inexperiencia, una opción estratégica equivocada de los nacionalistas y la debilidad o complicidad del PSOE para imponer la idea de que los culpables de la situación en Canarias eran del anterior Gobierno y presentarse como salvador, mediador y tutor de las Islas y los intereses de los canarios. Con muy poco esfuerzo Soria está robando el discurso nacionalista, las señas de identidad, y el espacio político a CC con la inestimable complicidad del PSOE, y de paso conseguir un viejo sueño, dejar a CC sin representación en Madrid.