El control del Cabildo convierte a Joaquín Costa en prescindible

El plano de operaciones claretiano está absolutamente delimitado. El pasado verano se constituyó un nuevo consejo de administración, en el que Lucas Bravo de La Laguna pasaba a ocupar la segunda escala de la pirámide ejecutiva como vicepresidente. Es un esbozo estético. Costa es una figura representativa. «El próximo en salir del club será él», dicen. Bravo de Laguna, como presidente del Instituto Insular de Deportes, tiene el control del área. Él ha decidido que no siga Pedro Martínez; un hecho que ha generado controversia, especialmente por quienes han interpretado una postura de represión sobre los planteamientos ideológicos del profesional catalán, de carácter progresista.

En el club se asegura que hay un contexto totalmente distinto incluso subrayan matices de la operación: «Es una decisión valiente. Arriesgada y valiente. Lo cómodo, cuando no falta ni un año para las elecciones municipales y autonómicas, era renovar a Pedro Martínez por una temporada y, después si sigue en el Cabildo, prescindir de él», afirman.

Bravo de Laguna entiende que con Pedro Martínez se había agotado el ciclo porque no percibía en él ambición por seguir creciendo. Esa valoración estuvo por encima de lo que pretendía Berdi Pérez, director deportivo claretiano, partidario de ampliar su contrato. Esa es una decisión inédita en los cincuenta años de historia del club.

En los tres años de gobierno reciente del Partido Popular en el Cabildo, Bravo de Laguna ha sido activo directo o indirecto de disputas con final agrio con el consejo de administración de Agustín Medina, con el despido de Himar Ojeda como director general y, ahora, la marcha de Pedro Martínez.

Queda un club dividido. En el que mucha gente pregunta los motivos de la continuidad, por ejemplo, de Juanra Marrero en una posición escasamente orgánica pero aseguran que bien remunerada, supuestamente dedicado a los actos del cincuenta aniversario. Con Costa en una situación de debilidad, el presidente, después de intentar en vacío justificar la decisión sobre el entrenador el pasado martes, prefirió ayer enterrar la cabeza bajo tierra. Señalado como una figura prescindible.