Crónica de la final Espanyol-Zaragoza (4-1)
Tamudo repitió con un tanto a los 2 minutos y abrió el camino del título ante un Zaragoza sin pegada que murió a la contra.
Amador Gómez/ Colpisa
Miércoles, 12 de abril 2006, 23:50
Espanyol, 4 Zaragoza, 1ESPANYOL: Kameni, Zabaleta, Lopo, Jarque, David García, Luis García, Ito (Coro, min. 61), Costa, Fredson (Moisés, min. 61), Luis García, De la Peña y Tamudo (Pandiani, min. 77). ZARAGOZA: César, Ponzio, µlvaro, Gabi Milito, Toledo (Valbuena, min. 75), àscar (Savio, min. 50), Celades (Movilla, min. 66), Zapater, Cani, Ewerthon y Diego Milito. ÁRBITRO: Medina Cantalejo (Andaluz). Bien. Tarjetas amarillas a Jarque, Ito, àscar, Gabi Milito, Celades, Tamudo, y a César, en dos ocasiones, por lo que fue expulsado en el minuto 74. GOLES: 1-0. Minuto 2. Tamudo pica de cabeza tras un libre directo de De la Peña al larguero. 1-1. Minuto 28. Ewerthon, de cabeza,tras un remate de Diego Milito. 2-1. Minuto 33. Luis García, de cabeza, a pase de Tamudo. 3-1. Minuto 71. Coro culmina un contraataque bajo las piernas de César. 4-1. Minuto 86. Luis García, con la derecha, desde fuera del área. Incidencias: Final de la Copa del Rey de la temporada 2005-2006. Estadio Santiago Bernabéu. Casi lleno, con la presencia de 35.000 aficionados del Zaragoza y cerca de 27.000 del Espanyol. El Rey don Juan Carlos presidió el partido en el palco, junto al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y los alcaldes de Barcelona y Zaragoza, Joan Clos y Juan Alberto Belloch, entre otras personalidades. El Espanyol sorprendió en la final con una goleada al Zaragoza y en otro día para la historia del club catalán puso fin a la brillante trayectoria del equipo aragonés en la Copa. El finalista que partía como víctima vivió una noche de fiesta en el Bernabéu al adjudicarse su cuarto título copero, quedarse a sólo dos del Zaragoza y el Valencia, y sacar un inesperado billete para la UEFA cuando está luchando por asegurar la permanencia en Primera División. Las lágrimas de tristeza y rabia que derramó Miguel µngel Lotina hace casi 20 años cuando vio perder a su Athletic la final de Copa de 1977 fueron esta vez de alegría para sus jugadores y toda la gente del Espanyol, con un equipo que fue superior al Zaragoza y aguantó en defensa en los momentos comprometidos. Tamudo, ansioso por recibir la Copa de manos del Rey, repitió con un gol en el minuto 2 -como hizo hace seis años en la final que el Espanyol ganó al Atlético-, y abrió el camino del título ante un Zaragoza sin pegada que murió en la segunda mitad ante el contraataque de los catalanes. Lo que le faltó al Zaragoza le sobró al Espanyol, que tuvo una increíble efectividad ante una portería que no acabó defendida por César, porque el guardameta fue expulsado por devolver a la grada 'periquita' una botella lanzada al terreno de juego. Con mucha tensión, pero con nulo fútbol y sin apenas ocasiones, la primera parte se cerró nada menos que con tres goles, dos de ellos a balón parado y todos de cabeza. Al Espanyol se los dio el hombre de la final, Tamudo, y en dos momentos clave, porque el 2-1 llegó cuando el Zaragoza había renacido con el empate, después de haber obligado a los 'pericos' a quitarse de encima todos los balones que llegaron a su área. El Espanyol no lo había pasado nada bien en defensa, y demostró su endeblez atrás en el 1-1, cuando el Zaragoza se aprovechó de un barullo. El Espanyol se quejó de una posible falta a Kameni, y aunque Medina Cantalejo tardó en dar el gol, lo concedió y el Zaragoza y su afición volvieron a despertar. No le duró mucho la alegría sin embargo al Zaragoza, porque sólo pasaron cinco minutos hasta que se vio de nuevo a remolque en el marcador. El Espanyol demostró una efectividad plena, porque aunque en los primeros 15 minutos fue dueño de la pelota y a base de presión y repliegue anuló al equipo de Víctor Muñoz, sólo tuvo las oportunidades que acabaron en la red del nervioso César. Con la defensa espanyolista muy adelantada y liderado por Fredson en el medio campo, el Zaragoza tuvo que vivir en el arranque muy lejos del área del irregular Kameni, hasta que recuperó el balón y comenzó a crear peligro con Cani por la banda izquierda, aunque no le dio solución ninguna jugada. Había quedado muy tocado el Zaragoza con ese tempranero tanto que daba al traste con las previsiones de una final sin goles, porque ni el Espanyol ni el Zaragoza son amigos de dominar. Prefieren el contraataque, pero el 1-0 trastocó en un principio los planes y dio una fuerza psicológica enorme al Espanyol y a su afición. Los seguidores maños, en cambio, recibieron un impresionante mazazo y el Zaragoza no encontró en el primer tiempo su calor para intentar la remontada. Por supuesto, tampoco le beneficiaron las continuas interrupciones por la faltas y no tuvo nunca tranquilidad. Además, un jugador clave arriba, Diego Milito, pasó desapercibido. Todo lo contrario que Tamudo, que resguardado atrás por un De la Peña que fue de más a menos fulminó con dos acciones de pillo. Encerrados Como era de esperar, salió el Zaragoza volcado sobre la portería del Espanyol y entonces sí que se vio fútbol por parte del conjunto aragonés ante un rival completamente encerrado en su área. La entrada de Savio llevó a Cani a la banda derecha y el Zaragoza empezó a carburar, aunque todavía se está lamentando del gol que perdonó Ewerthon ante Kameni en el minuto 50. Comenzó a tocar con velocidad y a tener profundidad el Zaragoza mientras el heróico Espanyol se defendía con todo y no dejaba de achicar balones. El Espanyol no conseguía dormir la pelota, echado completamente atrás y viéndose superado por el juego y el empuje zaragocista. Su afición empezó a comprobar que el gol estaba cerca, porque el Espanyol no podría aguantar así tantísimo tiempo. "`Este partido lo vamos a ganar!", gritaban los maños, ya alborozados en la grada, como si fuesen ganando. Pero falta lo más importante, el gol. Lotina también se percató de que si no movía el banquillo tendría muy complicado sobrevivir y buscó oxígeno con Coro y Moisés. Y le dio un resultado perfecto, porque así el Espanyol pudo sobreponerse del continuo acoso al que estaba siendo sometido. Y no sólo eso, sino que fue Corominas quien sentenció definitivamente la final con una espectacular galopada a la contra que culminó bajo las piernas de César. El portero extremeño, que no tiene ninguna suerte con la Copa, ya había tenido un rifirrafe con Tamudo en la primera parte, pero repitió en la segunda, y cometió una acción infantil cuando respondió al público de mala manera. Ahí se acabó definitivamente la final. El Espanyol ya se vio ganador, y el Zaragoza, en inferioridad numérica y psicológica, dio por perdido el título, porque ya era imposible la remontada. Incluso Luis García pudo ampliar antes la goleada, pero lo evitó el palo en el minuto 83. El Espanyol disfrutaba de la fiesta en el campo y la grada, y parte de la afición del Zaragoza se consolaba con un tímido: "`A Segunda, oé!". Pero la Copa ya se iba para Barcelona, y todavía faltaba por llegar el cuarto.