Cada uno por su lado contra el terrorismo
Hasta el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha reprochado a los países que integran la Unión Europea su escasa voluntad de colaboración para enfrentarse a un enemigo común como es el terrorismo yihadista. Y sorprende, al tiempo que duele, que tenga que escucharse ese reproche en la vieja Europa, esa que tanto sabe de alianzas internacionales para enfrentarse a quien pone en jaque sus libertades y los derechos de sus ciudadanos -miremos, si no, las dos guerras mundiales, y preguntémonos, acto seguido, si no es menos cierto que el yihadismo está desarrollando una tercera contienda planetaria contra lo que conocemos como Occidente-.
¿Por qué no se han puesto en marcha mecanismos policiales y, sobre todo, de inteligencia comunes? Según los expertos en la materia, porque los estados son muy celosos a la hora de ceder en ese campo a sabiendas de que están entregando a otros, por muy aliados que son, sus secretos de alcoba, esa fontanería que cada uno prefiere que no salga a relucir porque siempre puede haber algo de lo que avergonzarse. Y también hay algo de egoísmo que tampoco se quiere contar: los gobiernos que apenas reciben zarpazos del terrorismo no quieren salir retratados en la foto de la colaboración antiterrorista, porque son sabedores de que eso los coloca en el centro de la diana de nuevos atentados. Sobre esto último no hay más que ver el escaso éxito de la coalición internacional para intervenir en Siria, con España mirando de perfil y ofreciendo ayuda, pero más espiritual que otra cosa. Y de mandar tropas sobre el terreno a luchar con el Estado Islámico, ya ni hablamos, pues es evidente que nos duelen las muertes de nuestros soldados antes de que se hayan producido y nos afectan mucho menos las que ocurren de civiles indefensas en aquellas tierras lejanas -o no tanto si miramos el mapa-.
En este punto, conviene recordar algo que pasa discretamente en el olvido porque así dormimos más tranquilos: hay tres periodistas españoles que siguen secuestrados en un punto desconocido entre Siria y Libia y todos sabemos que España está gestionando, como ha hecho en otras ocasiones, su liberación. Un acto que todos queremos que se produzca, pero igualmente todos sabemos que no será a cambio de lentejas y paquetes de leche, sino de dinero que, de una u otra forma, servirá para continuar alimentando a los terroristas. Así se escribe la historia y así quizás alcancemos a entender por qué Europa es un desastre en la lucha contra el yihadismo. Y digo entender, y no justificar.