Hasta siempre, Atilio
La gastronomía de Gran Canaria queda huérfana de alguien que vino a enseñarnos que la belleza y el sabor no están reñidos y que cuidar los detalles es tan importante como el plato que se sirve
Atilio no era solo un restaurador, definirle así sería un acto sumamente injusto porque él era una persona tan extraordinaria, genuina y auténtica que parecía de mentira. Tan irreal y mágico como ese roque sobre el acantilado, el mismo con el que tropezó un buen día y se lanzó a retirar el cartel de 'se traspasa' de la mano de su compañera de vida, 'Susi' y de su hija, Stella, para hacer de aquel rincón uno de los mejores restaurantes de la isla.
Apasionado por la belleza, por el arte y por la perfección, su sensibilidad innata la llevaba hasta las últimas consecuencias: exigente elección del producto, ejecución pluscuamperfecta, servicio impecable y ambiente de ensueño. Por todo ello, no es de extrañar que La Locanda El Roque o el Gran Café Galdós, se convirtieran en poco tiempo tras su apertura en grandes referentes de la gastronomía más excelente que se encontraba en Gran Canaria.
La familia, el latido del restaurante
Nacido en Verona y afincado en Gran Canaria desde hacía 20 años, Atilio, Susi y Stella eran capaces de cautivar desde que emprendías ese camino tan angosto como romántico que terminaba en una sobrecogedora terraza, probablemente una de las más bonitas de la isla.
Desplegar su carta era acercarse a sus principios resumidos con una cita de Oscar Wilde: «El secreto para mantenerse joven es tener una pasión desenfrenada por el placer». Y a eso precisamente se acudía a La Locanda El Roque. A disfrutar con los cinco sentidos, desde que arrancaba la velada hasta el momento del café porque solo ellos conseguían concentrar tantos encantos en una taza.
Generoso y sincero, sin dejar lugar a los desaciertos ni a la mediocridad, trabajando cada día por conseguir el mejor producto y a quien probara alguna vez el pescado del día, la ensaladilla rusa, su ceviche o el risotto en La Locanda no necesita más detalles porque lo habrá guardado en su recuerdo junto con los deliciosos y siempre delicados postres de Susi.
Hasta siempre Atilio, porque seguirás presente en cada instante que se viva en ese roque, ese rincón que solo tú fuiste capaz de llenar de soberbia belleza y excelente sabor. Un lugar tan único, extraordinario e irrepetible como tú.