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Sandra y Reynel lo vieron claro, tras llevar algunos años y, mucha experiencia en otro local con el mismo nombre, pero con un concepto más desenfadado, decidieron lanzarse a crear este nuevo espacio.
El nombre se repite no así la puesta en escena. Buscan ahora dar una exhibición a la altura de los productos y las cuidadas y expertas elaboraciones, buscando la perfecta ejecución en cada plato que sale de cocina. Y prueba de ello es la lubina a la sal de la que, les puedo adelantar, yo no probaba algo igual desde hacía mucho tiempo. Jugosidad y sutileza sencillamente perfectas.
En este local se percibe, desde que se entra y hasta que se sale, que nada ha sido producto del azar. La decoración y el cuidado extremo por cada detalle, desde el menaje hasta las servilletas, pasando por la tapicería o los cómodos asientos que invitan a una larga sobremesa, hacen que la experiencia arranque sin ninguna gana de que termine. Porque así es Maná 264, un local que mima y cuida, los cinco sentidos del comensal.
Y parada obligatoria para admirar su cava de vinos. Otro rincón, junto con el espectacular diseño de la barra, súper especiales.
Mucho se viene hablando en materia de gastronomía, de volver a la esencia de la tradición, sobre todo en ejecución, pero también en servicio. Y en Maná 264 han sabido plasmar esa filosofía en todo su equipo de sala.
Expertos en trato, cordialidad y atención. Expertos también en asesorar al comensal, abriendo un hilo directo entre el cliente, la sala y la cocina, sin equívocos. Todos saben lo que se cuece y lo mejor que se cuece en fogones, y eso, de toda la vida, se ha llamado profesionalidad.
No tendrán más que apreciar el rincón del corte del jamón y las expertas manos que lo tratan. Y, desde esa excelente atención, no duden en preguntarles por recomendaciones porque el acierto, será un pleno.
La apuesta es jugosa, desde los entrantes, pensados para compartir porque como detalle debo contarles que en Maná 264 son muy generosos y, donde encontrarán esas croquetas de puro jamón ibérico que son el bocado irresistible por excelencia, hasta unos auténticos boletus salteados con huevo de corral y más jamón de bellota y un toque de trufa negra. Pero, si quieren recrearse, no dejen de probar las empanadillas caseras, rellenas de picadillo de ternera, cebolla caramelizada y queso, sobre una tierra de frutos secos. Deliciosa receta del padre de Reynel.
Además, seguramente, verán un plato que llamará su atención, y serán los champiñones frescos rellenos de jamón ibérico de bellota y gratinados con salsa roquefort y chocolate. Hay que probarlo porque el sabor resulta ser un sorprendente y equilibrado festín de matices y sabores.
Y un suma sigue, entre carpaccios, huevos estrellados, langostinos o quesos en ejecuciones que siempre consiguen abrir el apetito y donde las creaciones «de la huerta» se les antojarán todas.
En Maná 264 solo se trabaja con producto fresco, seleccionado expresamente para el disfrute del comensal y, si a eso le añadimos una elaboración desde el máximo respeto al producto, sea lo que sea lo que más le apetezca, el éxito está garantizado.
Al grill con carbón, a la sal, a baja temperatura o un guiso tradicional, tanto en pescados como en carnes y sin desatender una mimadísima propuesta de apetecibles arroces, hacen de la carta un pase al paraíso de la gastronomía que se atiende y se cuida, porque son ingredientes indispensables en todo lo que en Maná 264 se cocina.
Y ojo con las guarniciones porque aportan sin restar y llegarán a su mesa como todo lo que aquí se hace, a diario y en cocina: sorprender.
Postres tradicionales, donde no falta un tiramisú casero, una excelente crema catalana o un brownie de chocolate que, tan pronto como lo prueben, entenderán la materia prima con la que se elabora todo, en este restaurante.
Y, como todo paraíso, le será muy complicado salir de allí, pero, justamente eso será lo único que le pongan difícil porque solo tendrán que ofrecerles un cóctel, elaborado en su presencia, en una barra de las que enamora y con manos absolutamente expertas, para que vuelva sobre sus pasos.
Tal y como Sandra nos cuenta, la apuesta es fuerte, pero se siente orgullosa, y no es para menos, de lo que han conseguido materializar, ella y Reynel en este nuevo local en Playa del Inglés.
Una propuesta de las que no se encuentran, ni tan siquiera parecida en la zona. Cuidando la esencia de lo bien hecho en el otro local del que disponen, pero aportándole al producto y a la elaboración, la exclusiva puesta en escena que merecen.
Sin duda, un nuevo epicentro para disfrutar de la gastronomía en la isla de Gran Canaria, donde, todo lo que se prueba, se siente y se disfruta, es tan especial, como el nuevo Maná 264.
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