La mala educación del comensal se pagará: los restaurantes se ponen serios
Una tarjeta para reservar mesa o una sanción por no cancelar con tiempo o no aparecer, las nuevas medidas que se van implantando poco a poco en el sector hostelero
La insolidaridad y la poca seriedad también forma parte del panorama gastronómico, sobre todo cuando el precio a pagar por ello es ninguno. Numerosos empresarios del sector han levantado la voz en los últimos tiempos, y más teniendo en cuenta la delicada situación económica que dejó la pandemia o los altísimos gastos que tienen que asumir por la inflación.
Una de las causas más comunes de todo este enfado colectivo es el tema de las reservas en los restaurantes. Es cierto que este hábito tomó especial relevancia en la pandemia, cuando las restricciones eras las que eran y la dificultad se multiplicó por cuatro, tanto para el empresario como para el comensal. Reservar una mesa para almorzar o cenar en un restaurante se ha convertido en una acción casi obligada, sobre todo en esos lugares con gran demanda donde sin reserva no es posible comer.
Un gesto tan sencillo, que además ha ido evolucionando muy rápidamente y ahora ya son pocos los que llaman para hacerlo, prefiriendo las aplicaciones o las web de los propios restaurantes, se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para numerosos empresarios. El motivo, los conocidos como 'comensales fanstasma', esos que reservan pero no aparecen ni cancelan. Un gesto que tiene como consecuencia unas pérdidas económicas muy graves para un sector cada vez más harto.
«Anulación de reservas. Me gustaría hacer una enérgica protesta frente al tema del No Show en los restaurantes de Santa Cruz, es lógico que frente a una adversidad se deba cancelar una reserva, pero otra cosa es no aparecer, ni llamar y más triste aún llamar 15 minutos antes para anular la reserva, más si se trata de mesas grandes. Señores clientes, hay un esfuerzo enorme y una preparación muy importante esperándole. Pónganse en los zapatos de ese empresario que día a día les quiere ofrecer lo mejor. Son demasiados gastos y horas de trabajo. Sólo pido para todo el conjunto de la hostelería en general un poco de empatía», compartió en sus redes sociales el empresario y chef colombiano Pedro Nel, del restaurante Etéreo (1 sol Repsol y presente en la Guía Michelin).
El enfado de Nel es comprensible teniendo en cuenta el esfuerzo humano, económico y material que hay en cada servicio, con un equipo de sala excelente que ha estado preparándose para recibir a unos comensales que no aparecen, con unos productos que no saldrán en tiempo y forma y con unas pérdidas económicas irreparables. Por eso el colombiano pide al sector de la provincia de Santa Cruz de Tenerife que se una para llevar a cabo una estrategia común de cara a paliar los efectos de estas reservas, y a tomar medidas para que, en caso de no cancelación o no presentarse, que los restaurantes tengan la posibilidad de poder cubrirse algo las espaldas.
En Las Palmas de Gran Canaria ya hay restaurantes que sí optan por pedir una tarjeta de crédito para realizar la reserva, sobre todo viernes y sábados, siguiendo el modelo de plataformas de reserva de hoteles, que dan la posibilidad de cancelación gratuita con hasta 24 horas de antelación. En caso de hacerlo más tarde o directamente no presentarse, se cobrará una cantidad por comensal que permitirá al restaurante no perder íntegramente ese servicio.
Tarjeta para reservar
Es el caso, por ejemplo, del restaurante Bevir (1 sol Repsol y presente en la Guía Michelin), en la capital grancanaria, que utiliza esta fórmula para los servicios de los viernes y sábados, que suelen ser los días más fuertes de trabajo. Otros restaurantes coinciden en lo acertado de la medida, aunque reconocen tener miedo de perder clientes. Y otros muchos se han sumado y también piden una tarjeta para la reserva. Es una eficaz manera de acabar con los comensales incívicos, los que no respetan el trabajo ajeno ni el dinero del otro.
«Siempre hay sentido común, y si la cancelación está justificada o ha pasado algún inconveniente de última hora que haya afectado realmente no se cobrará nada. Pero es una manera de acabar con una práctica más común de lo que parece y que a nosotros nos hace mucho daño», reconoce un empresario que cuenta con varios locales en Gran Canaria y que ha llevado a cabo esta medida recientemente.
Desde luego, el debate está sobre la mesa y ahora es el turno del sector para llegar a un consenso a la hora de ejecutar las estrategias. Sólo así se podrá castigar que una persona reserve una mesa para diez y no aparezca o que llame quince minutos antes porque cambiaron de opinión.