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Cuando era pequeña, recuerdo a mi madre ponerse a cocinar cual posesa durante las semanas previas a nuestra mudanza, porque aquello literalmente era una mudanza, para pasar las vacaciones en el sur, concretamente en Maspalomas.
Un sinfín de táper viajaban en el maletero del coche y ese era el primer equipaje que se colocaba en el congelador el bungalow, porque, precisamente todos esos tápers le garantizaban a mis padres y abuela un descanso relativo.
Las croquetas y las empanadillas siempre estaban, también alguna lasaña, la salsa de tomate hecha por mamá, porque a mi madre jamás le han gustado, ni le gustan, las envasadas y otros manjares, todos muy veraniegos en donde, sobre todo, destacaban las recetas con pollo.
La de miel y mostaza siempre fue una constante, verano tras verano, como lo son el olor a «aftersun», las pecas nuevas que llegaban y se quedaban para siempre, la arena en los bañadores dibujando un nuevo estampado, los amores efímeros o las estrellas que brillan en el sur de Gran Canaria.
Con los años, esta receta ha variado, sobre todo porque al añadirle nuevos ingredientes, se descrubren también nuevas sensaciones, como la de hoy con el curry; pero, si les apetece ponerse imaginativos, le va muy bien la manzana, los champiñones y la salsa de soja.
Dicho esto, si aún no han salido de vacaciones esta es una receta deliciosa para llevarse en el equipaje o para prepararla, en un santiamén, en el lugar de veraneo. Sabor y sencillez, dos palabritas que conjugan de maravilla con tiempo libre para disfrutar de las vacaciones.
Tiempo de preparación
15 minutos
Tiempo de cocción
25 minutos
Tiempo total
40 minutos
Comensales
5
Calorías
No muchas
Categorías
Recetas para el verano
400g de pechuga de pollo
Sal gruesa
Pimienta negra
100g de mostaza (no dulce)
100g de miel
1 cucharada de postre, de curry en polvo
Aceite de oliva
1cebolla
150 ml de caldo de pollo
Comenzaremos salpimentando las pechugas por ambos lados y disponiéndolas sobre una tabla para que nos sea más sencillo trabajar con ellas.
En un recipiente, mezclaremos la mostaza con la miel y el curry y mezclamos bien hasta integrarlos
Con ayuda de un pincel de cocina, pintaremos las pechugas por ambos lados con la mezcla anterior y, lo que sobre de la mezcla lo reservaremos para más adelante.
Cubriremos el fondo de un caldero bajo, con aceite de oliva y calentaremos a temperatura media-alta.
Doraremos las pechugas por ambos lados, hasta que estén hechas por fuera.
Mientras se doran las pechugas, iremos cortando la cebolla en bruniose y reservamos.
Una vez que las pechugas estén doradas, retiramos y reservamos, pero manteniendo el caldero en el calor, bajando la temperatura a media potencia.
En el mismo aceite en que hemos dorado las pechugas, doraremos la cebolla, hasta que esté doradita.
Una vez conseguido el punto de la cebolla, verteremos el caldo.
Aprovecharemos también para añadir el resto de la mezcla sobrante con el que hemos untado las pechugas.
Mantendremos a temperatura media-baja, hasta que rompa un hervor suave.
Pasaremos la salsa por la batidora e incorporaremos al caldero las pechugas que teníamos reservadas.
Verteremos la salsa sobre las pechugas y mantendremos la temperatura del calor a potencia media-baja. Taparemos el caldero y calcularemos 8 minutos.
Pasados los primeros 8 minutos, destaparemos y daremos la vuelta a las pechugas y volveremos a calcular otros 8 minutos.
Una vez finalizado el tiempo de cocción, retiraremos las pechugas y las cortaremos en medallones.
Serviremos los medallones con la salsa por encima y a disfrutar del verano y, sobre todo, de las vacaciones.
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